A diferencia de América y Beyond Our Kenny, la tercera de las
historias que escribió John Wagner para la inauguración del Judge Dredd
Megazine fue directamente concebida como una secuela del último y exitoso
Mega-Epic de Dredd que el propio Wagner acababa de llevar a cabo junto a Carlos
Ezquerra en las páginas del 2000AD. Así, el mismo mes en que concluía
Necrópolis, comenzaba en el Megazine Young Death: Boyhood of a Superfiend
(Megs. 1.01 a 1.12), una historia de 79 páginas que se podría traducir como
Muerte Joven: Infancia de un Superdemonio y cuyos doce episodios la
convirtieron en la saga de mayor duración en la historia del Megazine,
extendiéndose a lo largo de todo el primer año de la revista, desde Octubre de
1990 a Septiembre de 1991.
Como su propio título indicaba, la nueva saga de los Jueces Oscuros resultaba ser un spin-off protagonizado por su líder, el Juez Muerte, respondiendo su argumento a una doble finalidad: por un lado, dar una respuesta a la cuestión que se había planteado al final de Necrópolis sobre lo que había ocurrido con el Juez Muerte y dónde se encontraba actualmente; y por otro, diez años después de su aparición, la historia proporcionaba por primera vez un origen tanto a los Jueces Oscuros como a las Hermanas de la Muerte, descubriéndose que todos ellos habían sido humanos antes de su transformación, y que efectivamente, como se intuía, procedían de un universo paralelo, muy similar en algunos aspectos al de los Jueces.
Como su propio título indicaba, la nueva saga de los Jueces Oscuros resultaba ser un spin-off protagonizado por su líder, el Juez Muerte, respondiendo su argumento a una doble finalidad: por un lado, dar una respuesta a la cuestión que se había planteado al final de Necrópolis sobre lo que había ocurrido con el Juez Muerte y dónde se encontraba actualmente; y por otro, diez años después de su aparición, la historia proporcionaba por primera vez un origen tanto a los Jueces Oscuros como a las Hermanas de la Muerte, descubriéndose que todos ellos habían sido humanos antes de su transformación, y que efectivamente, como se intuía, procedían de un universo paralelo, muy similar en algunos aspectos al de los Jueces.
A modo de biografía autorizada, la estructura narrativa de Young Death
contaba hechos acaecidos de manera anterior en unos días a la investigación
que en ese momento estaban llevando a cabo los Jueces sobre el paradero del
Juez Muerte, intercalándose esa investigación con el contenido de una presunta
entrevista realizada al líder de los Jueces Oscuros y a la que los Jueces
conseguían tener acceso a raíz de una llamada anónima y al hallazgo de un
misterioso cadáver desfigurado por el ácido. Como muestra del humor negro que
destilaba la saga, John Wagner aparecía en los títulos de crédito con el
seudónimo de Brian Skuter, es decir, el periodista asesinado que
coprotagonizaba la historia.
El apartado gráfico recayó en el dibujante Peter Doherty, siendo éste
su primer trabajo profesional, que la verdad es que estaba realmente bien,
especialmente en la manera en que Doherty integraba el tratamiento del color en
el propio dibujo de la historia. No en vano, Peter Doherty es mayormente
conocido hoy por su faceta de colorista, apareciendo su nombre asociado a
trabajos para Geof Darrow, Frank Quitely o el propio Mark Millar. De todas
maneras, viendo el resultado de aquel primer trabajo de Doherty, hay que
reconocerle a Wagner tanto su buen ojo profesional como las pelotas que le echó
al tema, al darle a un tío que acababa de empezar lo que no dejaba de ser la
primera secuela oficial de Necrópolis y al mismo tiempo la primera historia
protagonizada en solitario por el Juez Muerte, uno de los villanos favoritos de
todos los seguidores de Dredd.
Desde el punto de vista argumental, la historia comenzaba con la Juez Hershey acudiendo al levantamiento de un anónimo cadáver que era encontrado en los Pozos Químicos de Mega-City Uno. El hallazgo se había producido gracias a una llamada anónima de alguien que decía ser el Juez Muerte, no habiendo sido posible identificar la llamada ni a su autor a causa de un inexplicable error en la grabación que la Tek División atribuía al deficiente estado de todos los sistemas técnicos tras lo ocurrido durante la Necrópolis. No obstante, la extraña voz y el tono siseante de su interlocutor habían bastado para que su contenido fuese tomado en serio, aunque eso no resultase del todo suficiente para acreditar su autenticidad, dado el elevado número de chiflados residentes en Mega-City Uno.
Desde el punto de vista argumental, la historia comenzaba con la Juez Hershey acudiendo al levantamiento de un anónimo cadáver que era encontrado en los Pozos Químicos de Mega-City Uno. El hallazgo se había producido gracias a una llamada anónima de alguien que decía ser el Juez Muerte, no habiendo sido posible identificar la llamada ni a su autor a causa de un inexplicable error en la grabación que la Tek División atribuía al deficiente estado de todos los sistemas técnicos tras lo ocurrido durante la Necrópolis. No obstante, la extraña voz y el tono siseante de su interlocutor habían bastado para que su contenido fuese tomado en serio, aunque eso no resultase del todo suficiente para acreditar su autenticidad, dado el elevado número de chiflados residentes en Mega-City Uno.
De este modo, mientras Hershey iniciaba la investigación, la acción retrocedía unos
días atrás en el tiempo, al momento en que un periodista amarillista llamado
Brian Skuter, dedicado a la publicación en la red de panfletos de dudosa credibilidad,
acudía al bloque Sylvia Plath en respuesta a uno de los anuncios que tenía
puestos para que los ciudadanos de MegaCity le contasen su vida con vistas a su
publicación en una sección llamada “El mundo debería conocer tu historia”. Para
su asombro, el interesado en dar a conocer su historia resultaba ser el
mismísimo Juez Muerte, quien se encontraba residiendo de manera inadvertida en
una anónima pensión de Mega-City Uno regentada por la anciana Sra. Gunderson,
una inocente y amable viejecita que no veía absolutamente nada y que se
enteraba todavía menos de lo que sucedía a su alrededor. Combinando el humor
negro más devastador con atmósferas tétricas y bastante góticas, el Juez Muerte
informaba al aterrorizado Skuter de su decepción por el resultado de la
Necrópolis. Ahora quería contar al mundo su historia y dar propaganda a sus
ideas de bienestar social mediante una muerte rápida y definitiva.
Mientras los lectores comenzaban a comprender que aquella parte de la
historia que aparecía narrada en primera persona procedía de las grabaciones de
Skuter a las que posteriormente iban a tener acceso los Jueces, éstos
identificaban el cadáver hallado en los pozos como el del desafortunado
periodista y accedían a su último artículo publicado en la red, descubriendo
así que se trataba de unas pretendidas memorias del Juez Muerte a la que nadie
hasta entonces había prestado atención ni dado el menor crédito. Ante el cariz
que tomaban los acontecimientos, Hershey le daba la máxima prioridad a la
investigación y daba orden de que se informase a Dredd sobre lo que estaba
sucediendo, mientras ella partía al apartamento de Skuter en busca de más
información.
La acción regresaba de nuevo a la entrevista, al momento en que el
Juez Muerte le empezaba a revelar sus memorias a Skuter, contándole que
procedía de un universo muy similar al de los Jueces, aunque menos avanzado
tecnológicamente y en el que la vida humana no tenía ningún valor. Muerte había
comenzado su vida como Sidney, un auténtico psicópata desde su más tierna
infancia; de hecho, cuando leías cómo había acabado con su perro, no sabías muy
bien si horrorizarte o partirte de la risa, aunque evidentemente, por la manera
en que estaba narrado el acontecimiento, no tenías más remedio que reírte al
ver la cara del pobre animal mientras caía por el precipicio.
Aquellas
tendencias homicidas innatas del pequeño Sidney se habían visto favorecidas por
su propio padre, otro sociópata que en este caso ejercía como dentista y que
disfrutaba del dolor de aquellos de sus pacientes a los que no mataba cuando se
le iba un poco la mano. El joven Sidney había acabado ingresando en los Jueces, de
manera que pronto pudo poner en práctica su filosofía personal de que el mejor
modo de acabar con el crimen era eliminar preventivamente a todos aquellos
seres vivos que podían cometerlos, ejecutando a docenas de personas (incluido
un matrimonio que sólo quería divorciarse) durante su primer día como juez en
prácticas. Con el tiempo, ayudaría a ejecutar a su propio padre, a quien
previamente había denunciado ante los Jueces, y luego había acabado asesinando
a su madre y a su hermana, cuya única ambición en la vida era huir de él a toda
costa.
Habiendo adquirido el apodo de “Juez Muerte” entre sus compañeros, su
cruzada homicida pronto se vería reforzada por otros tres seguidores que compartían
plenamente sus puntos de vista y que se acabarían convirtiendo en los otros
tres Jueces Oscuros, Mortis, Miedo y Fuego, éste último un verdadero pirómano
que se había ganado su nombre prendiendo fuego a todo un colegio universitario
con todos sus residentes dentro. Años más tarde, mientras investigaba una serie
de desapariciones y homicidios múltiples que llevaban años produciéndose en una
de las zonas más oscuras y peligrosas de la ciudad, sería cuando Sidney se
topase por primera vez con Nausea y Phobia, dos brujas dementes que habitaban
en unos túneles subterráneos abandonados y adoraban a la muerte, encontrando en
él un alma gemela.
Utilizando la magia negra, las dos brujas acabarían
convirtiendo a Sidney y sus compañeros en espectros vivientes antes de usar la
nigromancia en sí mismas y perder su forma corpórea a cambio de otra serie de
oscuros beneficios. En su nueva encarnación de muertos vivientes y con la ayuda
psíquica de las dos cadavéricas brujas, los cuatro Jueces Oscuros acabaron
haciéndose con el poder en su mundo, declarando la vida como ilegal y llevando
a cabo en él su primera Necrópolis, convirtiendo aquel universo paralelo en un
lugar despoblado de cualquier clase de vida.
De vuelta al presente, la Juez Hershey acudía al apartamento del
fallecido Skuter y accedía a las grabaciones originales del periodista,
comprendiendo que todo lo que éste había contado en su página web era material
auténtico y poniendo de inmediato sobre aviso a Dredd y a Anderson, quienes se
desplazaban con un ejército de Jueces al bloque Sylvia Plath para sitiar el
apartamento de la Sra. Gunderson. Sin embargo, cuando llegaban era demasiado
tarde y ya no había rastro del Juez Muerte por ninguna parte.
La última grabación de Skuter ponía de manifiesto que el desafortunado
periodista había sido finalmente asesinado por el Juez Muerte, al no haber
quedado éste demasiado satisfecho con lo publicado. Respetuoso con su
profesión, el periodista le había dado un toque ligeramente sensacionalista a
sus memorias que no coincidía exactamente con la respetuosa biografía que
esperaba el monstruo procedente de otra dimensión.
Inexplicablemente, la miope Sra. Gunderson seguía con vida y
totalmente inconsciente de todo lo que había estado sucediendo en su casa,
llegando Dredd y Anderson a la conclusión de que había sobrevivido gracias a su
carácter agradable y a no haberse enterado de nada de lo que ocurría a su
alrededor. En realidad, su supervivencia tenía otros motivos, y es que el propio
John Wagner había tomado como modelo para el personaje a uno de sus familiares
más cercanos, en concreto a su señora madre, la Sra. Wagner, limitándose la
broma a hacerla aparecer en la serie. No obstante, la Sra. Gunderson volvería a
aparecer en el segundo volumen del Megazine, dentro de la historia Un Té con la
Sra. Gunderson (Meg. 2.15), secuela directa de Young Death en la que los Jueces
seguían intentando averiguar como la encantadora y medio ciega anciana había
podido sobrevivir a la presencia en su casa del Juez Muerte.
Desde mi punto de vista, la historia era excelente y hoy es
mayoritariamente reconocida como otro de los grandes clásicos de Dredd,
combinando a la perfección la atmósfera gótica de horror que había venido
acompañando hasta ese momento a las apariciones de los Jueces Oscuros, con el
humor negro más ácido y desternillante que uno se podía encontrar en las
historias de Judge Dredd. Desgraciadamente, aquel tono humorístico de Young
Death iba a suponer también el principio de una nueva dirección para el Juez
Muerte, situándole a partir de entonces en el entorno propio de un personaje de
comedia. El propio John Wagner explicaría años más tarde su creencia de que
aquel paso seguramente no fuese demasiado afortunado para el personaje,
dificultando en ocasiones que los lectores le llegasen a tomar en serio como
villano. Por este motivo, sería el propio escritor quien años más tarde, a
principios de la década del 2000, decidiera poner remedio a la situación con My
Name is Death, saga en la que el Juez Muerte regresaría a sus raíces más
terroríficas como personaje.
Volviendo de nuevo al Megazine, y con una más que evidente inspiración
en las exitosas franquicias cinematográficas de Alien y Predator, el décimo
primer número de la revista presentó una nueva amenaza para Mega-City Uno
concebida en esta ocasión por el guionista Alan Grant, el voraz monstruo
alienígena conocido como Raptauro (Megs. 1.11-1.17), una criatura carnívora
capaz de esconder su presencia a la vista y a la que Dredd intentaba dar caza a
lo largo de una saga de 62 páginas aparecida de Agosto de 1991 a Febrero de
1992. Su ilustrador fue Dean Ormston, un claro seguidor del estilo visual de
Bisley que dibujó bastantes historias de Dredd durante esta época y que generó
alguna que otra controversia sobre sus aptitudes entre el fandom. A mí la
verdad es que me gustaba, aunque no siempre.
La trama giraba alrededor de la repentina aparición de múltiples
asesinatos y el descubrimiento de una serie de cadáveres parcialmente devorados
en el bloque Tom Mohan, siendo Dredd el encargado de llevar la investigación y
encontrándose frente a frente con un depredador alienígena de capacidades
letales y sorprendentes. Como circunstancia especialmente destacable, la saga
presentaba además a una nueva telépata de la Psi-Division, la Juez Karyn, un
personaje secundario que con el paso de los años también tendría su propio
recorrido dentro de la continuidad de Dredd, llegando incluso a conseguir
varios seriales dentro del Megazine y cuya imagen fue creada por Ormston
tomando como modelo a la chavala que entonces era su novia, Fiona Stephenson.
En general, a pesar de las similitudes cinematográficas, la saga tenía una
buena ambientación y resultaba bastante entretenida.
Finalmente, la última saga que me parece destacable dentro de esta
primera época del Judge Dredd Megazine, no es tanto una saga propiamente dicha,
sino una antología de historias cortas cuyo origen tenía un hilo conductor
común: el Rock Duro, y más concretamente, el Heavy Metal.
El Juez Dredd siempre había tenido una muy buena acogida entre los seguidores del sector más trashmetal del rock a través de grupos como Anthrax, quienes por ejemplo habían llegado a dedicar uno de sus temas al personaje, el conocido I am the Law. Fruto de aquella cercanía, la revista musical Rock Power (que aquí llegó a tener su propia versión en castellano) decidió dedicar a principios de los 90 seis páginas de su contenido a publicar toda una serie de historietas del Juez Dredd específicamente destinadas a sus lectores, historietas que bajo el título genérico de Heavy Metal Dredd acabaron trascendiendo fuera del ámbito propio de los cómics y compartiendo espacio con los reportajes, fotografías y conciertos de grupos típicamente metálicos como Judas Priest, Metallica, Skid Row, etc.
Las primeras de aquellas historias publicadas en Rock Power aparecerían
firmadas por John Wagner, Alan Grant y Simon Bisley, hallándose su temática
completamente aislada de la continuidad oficial de Dredd, y dedicada
(lógicamente) a colmar las expectativas de los lectores de una revista musical
especializada en el Rock Duro. Posteriormente, tras el éxito de Simon Bisley, otros
artistas como el fallecido John Hicklenton, Dean Ormston o Brendan McCarthy,
serían los que se harían cargo de aquella sección denominada Heavy Metal Dredd
que aparecía dentro de la revista Rock Power.
A finales de 1991, Fleetway sufrió importantes y significativos
cambios tras la muerte del magnate Robert Maxwell y la adquisición del grupo
por sus nuevos propietarios de Egmont. En esta situación, una de las primeras
medidas que adoptaron los nuevos propietarios del grupo fue recortar gastos de
producción en todas las publicaciones, incluido el Judge Dredd Megazine.
Ante esos recortes, David Bishop, el editor que había sustituido a MacManus al
frente de la revista, consideró económicamente oportuno reeditar dentro del
Megazine esas historias de Wagner, Grant y Bisley que habían aparecido en el
Rock Power, en un primer momento aquellas que habían gustado más, pero con el
paso del tiempo se acabarían publicando todas, incluidas las que no eran de
Bisley. La serie acabaría siendo también recogida en un solo tomo, primero por
Hamlyn en los noventa, conteniendo sólo el material de Bisley, y posteriormente
por Rebellion, si bien incluyendo en esta ocasión la totalidad de la serie y
siendo precisamente esta última edición de Rebellion la misma que aquí ha
publicado Kraken.
En aquella primera trayectoria del Megazine, las historias del Rock
Power que se reeditaron fueron las cuatro primeras de Bisley, A MegaCity Primer
(Meg. 1.14) una declaración de intenciones dedicada a modo de apertura musical
a Dredd; Rock On, Tommy Who? (Meg. 1.16) un guiño a la Opera Rock Tommy y a su
protagonista, Roger Daltrey, el cantante de los Who; Chicken Run (Meg. 1.17),
una crítica bastante gamberra al primer ministro John Major, cuyo final estaba
dedicado a los fans de Ozzy Osbourne y a la famosa anécdota del murciélago, y
The Legend of Johnny Biker (Meg. 1.19), o como un audaz motero de Mega-City Uno,
que parecía salido del Bat Out of Hell de Meat Loaf, acababa de lámpara en el
salón de su novia. El resto (hasta las 20 que comprendieron la serie)
aparecerían a lo largo de los dos años siguientes en el Volumen 2 y el Volumen
3 del Megazine, incluyendo tanto las cuatro que faltaban de Bisley como las del
resto de dibujantes que habían participado en la serie publicada por Rock
Power.
Desde mi punto de vista de seguidor del Juez Dredd y pseudoaficionado a la
escena rockera de aquella época, las historias que me parecen más destacables
son precisamente las realizadas por Simon Bisley, que me parece que tienen un
cierto toque de genialidad en cuanto a su exceso y resultan además excepcionalmente
cachondas si se entra al juego del humor exageradamente violento que las
acompaña. Además de las que han sido anteriormente mencionadas, me resultan particularmente
destacables Ironfist (Meg. 2.61), la violenta historia futurista de una figura
que recordaba al Eddie de los Iron Maiden, aunque poseído por el espíritu del recientemente
fallecido Lemmy Kilmister de los Motorhead; Bimba (Meg. 3.17), el sangriento y
apócrifo crossover entre Bambi y el Juez Dredd realizado por Wolt Bisley, o el
desternillante y trágico villancico navideño protagonizado por Santa Claus en
Night before Christmas (Meg. 2.62). No obstante, también es verdad que en mi
caso se dan esas circunstancias precisas para “ponerse en situación” con la
temática y con el personaje, cosa que no estoy seguro que ocurra con todos
aquellos que se las puedan leer de una manera más ocasional. O tal vez sí, no
lo sé.
Con todo, Heavy Metal Dredd seguramente sea la serie más conocida de
Dredd en nuestro país, al ser la que más veces ha acabado siendo publicada
(aunque no en su totalidad) por recogerse en ella el trabajo de Bisley,
apareciendo en su día dentro de la revista Cimoc y posteriormente en el famoso
nº 108 de la colección Cimoc Extra Color dedicado al Juez Dredd bajo el título
de MegaCity Blues. La reciente edición de Kraken de Heavy Metal Dredd recoge
por primera vez la serie musical de Dredd en su totalidad, incluidos los
episodios de Bisley que ya habían aparecido en su día y aquellos otros que no
eran de Bisley y que nunca antes se habían publicado en castellano.
El primer volumen del Judge Dredd Megazine alcanzaría los veinte
números de duración, si bien en el mismo mes de Mayo de 1992 en que concluía su
primera andadura, comenzaba la del Volumen 2, manteniendo el mismo formato de revista,
pero reiniciándose a partir de un nuevo número 1 y presentando una nueva
periodicidad quincenal que se mantendría durante los años siguientes. El motivo
de la nueva numeración y de la nueva periodicidad fue el lógico de dar un nuevo
impulso editorial a la revista, al entender el nuevo editor David Bishop que el
mes que transcurría entre número y número era un espacio de tiempo adecuado
para los lectores norteamericanos, pero demasiado largo para lo que estaban
acostumbrados los lectores británicos, sobre todo teniendo además en cuenta el
inminente crossover con el 2000AD que en aquellos momentos ya se estaba
gestando y al que lógicamente habrá que referirse en breve.
En todo caso, en lo que al Judge Dredd Megazine se refiere, creo que
de momento lo mejor es quedarse aquí. Al mismo tiempo que el Megazine había
comenzado su andadura, el 2000AD había continuado la suya, explorando las
consecuencias de Necrópolis, y viendo como John Wagner trasladaba sus bártulos
al Megazine mientras Carlos Ezquerra continuaba al frente de la revista semanal
como principal responsable del apartado gráfico de la serie. Toda vez que para
manejar adecuadamente la continuidad temporal de Mega-City Uno, lo más
aconsejable será ir revisando la trayectoria de ambas revistas de forma paralela, no resulta
demasiado difícil imaginar de qué irá esto la próxima vez.
¿Porque ha dejado de aparecer este blog en las actualizaciones de Tebelogs de Dreamers?
ResponderEliminarYo lo seguia a traves de ellas y ahora no hay manera de saber cuando hay una nueva entrada.
Pues muchas gracias por el interés.
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