sábado, 9 de enero de 2021

El Pozo

A finales de 1995, tras el regusto amargo que la película del Juez Dredd había dejado entre la crítica cinematográfica y entre la mayoría de seguidores del personaje, hacía falta algo para levantar los ánimos del fandom y con ello las propias expectativas del 2000AD, y ese algo iba a ser El Pozo (The Pit), una de las macrosagas más famosas y a la vez más extensas que ha llegado a tener el Juez Dredd a lo largo de toda su historia editorial, apareciendo de manera ininterrumpida desde mediados de Diciembre de 1995 a principios de Julio de 1996, o lo que es lo mismo durante toda la primera mitad del año 1996, haciéndolo en los Progs. 970 a 999 y completando un total de 30 episodios y más de 190 páginas.

Echando un poco la vista atrás, lo primero que habría que decir es que El Pozo supuso un cambio bastante definido en el estilo que John Wagner había dado hasta entonces a las historias del Juez Dredd, siendo la primera vez en que la dinámica de grupo se configuraba como una parte importante del propio argumento de la historia. En este sentido, fue también la primera vez que la serie vino a ampliar su enfoque, yendo más allá de las aventuras protagonizadas por Dredd para convertirse en una historia coral que avanzaba a medida que lo hacían las subtramas de los diferentes personajes que intervenían en ella. Como es lógico, lo que hizo John Wagner para llevar a cabo este tipo de historia fue situar a varios personajes de apoyo alrededor de Dredd, personajes que en algunos casos no se comportaban como simples secundarios, sino que en realidad formaban parte de la trama y estaban tan bien construidos que su historia particular acababa resultando interesante para los lectores. Carlos Ezquerra, artista principal de la saga, sería también el diseñador gráfico de todos esos personajes, remarcando años más tarde lo fuertes que eran y lo mucho que se había esforzado en darles a cada uno de ellos unos rasgos concretos que les dotasen de una personalidad bien definida, toda vez que era consciente de que iban a acabar siendo compartidos con otros artistas a lo largo de la saga.

En cuanto a su origen, El Pozo fue una idea impulsada inicialmente por el editor Steve MacManus, quien se dirigió a John Wagner sugiriéndole que había espacio suficiente en la serie como para llevar a cabo un tipo diferente de historias, en este caso algo del estilo de las teleseries que se hacían en la época. El propio John Wagner recuerda ser un poco escéptico al principio ante aquella sugerencia de MacManus, pero tan pronto como se puso a trabajar en la idea, empezó a ver sus posibilidades y comenzó a desarrollar la historia con la que se acabó encontrando entre manos, hasta el punto de que lo que originalmente iba a ser una saga de doce episodios se acabaría extendiendo a los treinta que finalmente aparecieron publicados. De este modo, El Pozo se vino a presentar a los lectores como una historia de género puramente policial, cuya idea general dejaba entrever una cierta inspiración en la famosa serie de televisión norteamericana Hill Street Blues (emitida en España con el título de Canción Triste de Hill Street); de hecho, el propio John Wagner ya se había venido a referir a esta serie como uno de sus programas de televisión favoritos en el perfil del escritor que había aparecido publicado en el Judge Dredd Annual 1989, mostrando así un interés por la serie que ahora parecía verse bastante reflejado en el funcionamiento interno de la saga.

Argumentalmente, la historia aparecía ambientada en el año 2118 y trataba sobre la asignación temporal de Dredd como nuevo Jefe de la Central del Sector 301, conocido entre los jueces y ciudadanos de Mega-City como El Pozo, el Sector con el índice de criminalidad más elevado de la toda la ciudad, circunstancia debida a que en los últimos tiempos el Sector se había convertido en una especie de basurero al que eran destinados aquellos Jueces que habían caído en desgracia, bien por su comportamiento negligente, o bien por ser considerados demasiado problemáticos como para ser asignados a otros sectores limpios de lo que se consideraban las manzanas podridas del Departamento. De acuerdo con lo que se había visto en las páginas finales de Los Archivos de Cal (Progs. 959-963), tras la muerte en extrañas circunstancias de la Juez Rohan, la Jefa de Sector que había precedido a Dredd, el Juez Jefe Volt había decidido que era hora de poner fin a la lamentable situación en que se hallaba el Sector 301, solicitando a Dredd que se hiciera cargo de la Jefatura de la Central del Sector, investigase la muerte de su predecesora, y lo pusiese todo otra vez en orden.

Estructuralmente, la saga se hallaba dividida en seis partes, aunque la primera de ellas prácticamente abarcaba todo lo que era la primera mitad de la saga, siendo la que le proporcionaba su título: El Pozo (The Pit), una extensa primera parte de 86 páginas que aparecía en los Progs. 970 a 983 y que comprendía 14 episodios a cargo de Carlos Ezquerra (1-8), Colin MacNeil (9-11) y Lee Sullivan (12-14). La historia daba comienzo con la llegada de Dredd a la Central del Sector 301 de la que ahora se encontraba al mando. Como se describía en sus páginas iniciales, cada Central de Sector era como un Palacio de Justicia en pequeño, con su propia división local de la Tek Division y del SJS, sus propias instalaciones médicas, armerías, dormitorios y salas de entrenamiento, así como su propia fuerza judicial, compuesta por más de un millar de Jueces completamente armados y motorizados. Como circunstancia especial del Sector 301, la violencia de las bandas y delincuentes que actuaban en la zona obligaba a que los Jueces patrullasen las calles en parejas, existiendo distritos en los que la actividad de bandas era tan fuerte que solamente podía acceder a ellos todo un escuadrón completo.

Con Ezquerra haciéndose cargo del apartado artístico en este inicio de la saga, los primeros capítulos se ocupaban de presentar a la mayoría de personajes que con mayor o menor protagonismo se iban a encargar de acompañar a Dredd a lo largo de la historia, siendo así como iban apareciendo, entre otros, los Jueces Guthrie, DeMarco, Lee, Buell, García, Priest, Struthers, Patel y Nuberg a la vez que argumentalmente se iniciaba la investigación de la muerte de la Juez Rohan y comenzaba a destaparse la trama de corrupción que existía entre los Jueces del SJS y de la Tek Division que actuaban en la Central de Sector.

Al encontrarse con Rohan en el momento de su muerte, el equipo formado por Lee y DeMarco era el que mayor protagonismo obtenía ya desde el comienzo de la saga, si bien era el caso especial del Juez Guthrie el que actuaba como impulsor de la trama, al aparecer de improviso en las dependencias de Dredd e inmovilizarle a punta de pistola. Guthrie era un Juez perteneciente a la Undercover Division (la División Encubierta, conocida coloquialmente como el Escuadrón de Wally) que se encontraba en búsqueda y captura acusado de haber asesinado a tres Jueces del Sector y haberse dado luego a la fuga. Ahora, Guthrie se presentaba ante Dredd y proclamaba su inocencia, dando otra versión diferente de lo sucedido y entregándole antes de volver a desaparecer una lista de nombres que Dredd debía investigar si quería llegar al fondo de lo que estaba sucediendo en el Sector 301. En un papel menor, otros dos personajes procedentes de anteriores sagas de Dredd, los jóvenes jueces Giant y Castillo, se sumaban también al reparto de El Pozo como refuerzo solicitado por Dredd para enderezar la difícil situación que tenía entre manos, una situación que tenía como trasfondo la alargada sombra de los Frendz, la organización mafiosa más poderosa de Mega-City Uno y que estaba directamente relacionada con toda la corrupción que imperaba en la Central de Sector.

De todos estos personajes que intervenían en la macrosaga, el que más protagonismo obtenía a medida que avanzaba la historia resultaba ser la joven Galen DeMarco, siendo ésta su primera aparición en la serie. DeMarco se presentaba a los lectores como una Juez supercompetente en su trabajo que enseguida se ganaba las simpatías de Dredd, pero que también levantaba sus sospechas al indagar sobre ella y descubrir que no había sido destinada al Pozo por ninguna falta previa que hubiera cometido, sino más bien al contrario, puesto que había sido nombrada varias veces para su promoción a un rango superior, promociones a las que ella misma había renunciado para solicitar voluntariamente su traslado al Pozo, resultando ser además la heredera de una de las fortunas más importantes de Mega-City Uno.

Había algo que no cuadraba en la Juez DeMarco y dada la situación que se estaba produciendo en la Central de Sector, Dredd se proponía averiguarlo, solicitando a la Juez Castillo que se convirtiera en su sombra y averiguase qué es lo que iba mal con ella. En todo caso, el personaje de DeMarco no sólo se ganaba las simpatías de Dredd, sino que también se ganaba de inmediato las del propio John Wagner. El escritor comentaría años más tarde que cuando empezó a escribir la saga no sabía exactamente cómo iban a acabar ninguno de todos aquellos Jueces más o menos imperfectos que se movían entre la condena y la redención, pero cuando vio la interpretación gráfica que Carlos Ezquerra había hecho de DeMarco, se dio cuenta enseguida de que a ella necesariamente tenía que volver a utilizarla, siendo de este modo como su futuro se iba a ver intrínsecamente conectado con el de Dredd a lo largo de los años siguientes, propiciando interesantes tramas argumentales para la serie y siendo además junto a Dredd, Anderson y Orlok, la otra protagonista de la macrosaga El Escenario del Juicio Final, el tercer y último crossover que tendría lugar entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine y cuyo epicentro iba a ser la Segunda Guerra Robot que Nero Narcos y los Frendz desencadenarían en el año 2121.

Al no poder confiar en los Jueces del SJS para investigar la corrupción que existía en la Central de Sector, lo primero que hacía Dredd era crear su propia unidad anticorrupción y situar a DeMarco al frente de la misma, siendo ella quien elegía a su compañero Lee y a los Jueces Buell y García como los demás miembros de la unidad encargada de llevar a cabo la tarea encomendada por Dredd. Al mismo tiempo, Dredd también encargaba al Juez Giant la misión de infiltrarse en las calles y localizar a Guthrie, puesto que no sólo era su fuente más fiable de información, sino que no podía permitir que un Juez renegado andase suelto por su Sector, máxime cuando podía acabar matando a otros Jueces o acabar siendo asesinado por aquellos que no querían ser descubiertos. Los últimos episodios que Ezquerra llevaba a cabo en esta primera parte de la saga servían para resolver lo sucedido a la Juez Rohan y descubrir el papel que los Jueces Priest y Struthers desempeñaban en la trama escrita por Wagner, siendo a partir de este momento cuando comenzaban los episodios a cargo de Colin MacNeil y Lee Sullivan con los que iba a conclur esta parte inicial de la saga.

Los episodios de MacNeil se centraban en la investigación que Giant llevaba a cabo para intentar localizar el paradero del Juez Guthrie. Sus averiguaciones le conducían hasta la Roca, una antigua prisión construida en el año 2040, a imitación de la de Alcatraz, que había sido abandonada años atrás en favor de los más modernos Isocubos. Ignorando que estaba siendo a su vez rastreado por dos de los Jueces corruptos que querían acabar con Guthrie, Giant conseguía enviar su localización a Dredd antes de ser interceptado por ellos, siendo entonces cuando Dredd entraba en escena y ayudaba a salir a Guthrie de la complicada situación en que se hallaba. A modo de curiosidad, señalar que originalmente estaba previsto que MacNeil llevase a cabo más episodios de la saga, pero al final sólo pudo realizar estos tres debido a que en ese momento se le encargó también el dibujo de America: Fading of the Light, la secuela de América cuya publicación se había previsto que tuviera lugar ese mismo verano en las páginas del Megazine, no siéndole posible encargarse de los dos proyectos al mismo tiempo.

Desde el punto de vista artístico, el cambio de Ezquerra a MacNeil resultaba quizás un tanto brusco, sobre todo porque MacNeil no utilizaba en esta ocasión el estilo de dibujo pintado a color que había sido visto anteriormente en historias como América o Mechanismo, sino que esta vez se ocupaba únicamente del trabajo a lápiz y a tinta, sin que el color fuese suyo, siendo del británico Allan Craddock, quien a partir de este momento sería el encargado de colorear el resto de episodios de la saga salvo los que aparecían dibujados por Ezquerra (puesto que éste trabajaba siempre con su propio color) y los tres episodios de Lee Sullivan que venían justo a continuación, los cuales estaban coloreados con algún que otro exceso de saturación por Mike Hadley. No era muy habitual que los artistas del 2000AD no coloreasen su propio trabajo, pero en esta ocasión sucedió así; de hecho no sería la última, ya que Allan Craddock terminaría convirtiéndose en un colaborador habitual de muchos de los trabajos que tanto Colin MacNeil como Lee Sullivan llevaron a cabo durante estos años.

El final de esta primera parte de la saga concluía con Lee Sullivan sustituyendo a Colin MacNeil en el dibujo a lápiz y tinta, siendo ésta la primera vez que este joven artista se encargaba de dibujar una historia del Juez Dredd aunque con el paso del tiempo llevaría a cabo muchas más. Tras la detención de más de una veintena de Jueces corruptos, el argumento de esta parte final se centraba en la búsqueda a gran escala que la unidad anticorrupción de Dredd llevaba a cabo del Juez Roth, el jefe de la división local del SJS asignada al Pozo. Roth se hallaba a sueldo de los Frendz y ahora, al verse descubierto, solicitaba la ayuda de sus amigos para salir de la megaciudad y evitar acabar en la colonia penal de Titán. Desafortunadamente, Roth no contaba con que los Frendz nunca dejaban testigos de nada que les comprometiera, de manera que el transporte de desperdicios tóxicos que supuestamente se utilizaba para facilitar su fuga, se acababa convirtiendo en una trampa mortal para el confiado Roth, del que no quedaba ni la foto.

Bajo el subtítulo de El Pozo que iba acompañando a todas las entregas que componían la saga, su segunda parte llevaba el título de Auténtico Grot (True Grot), título que hacía referencia a la comida basura favorita de Mega-City Uno, un producto llamado Grot Pot de cero valor nutritivo pero que presentaba a sus consumidores múltiples y deliciosos sabores, tales como patata polaca con yak tibetano, francés picante, etc. A través de estos tres episodios que aparecían en los Progs. 984-986, esta segunda parte de la historia trataba sobre el día a día del Pozo y tenía como principales protagonistas a las parejas que formaban los Jueces Priest y Struthers por un lado, y los Jueces Patel y Nuberg por otro. Todo partía de un atentado organizado por un pequeño grupo de activistas del Comité Social de Bienestar y Ocio del bloque John Prescott con vistas a proporcionar comida gratis a todas las familias del Pozo. La manera de hacerlo era derribando con un misil antiaéreo un vehículo comercial de transporte cargado con toneladas de Grot Pot, el cual de repente comenzaba a llover de manera gratuita por todo el Sector. El caos se multiplicaba al estrellarse el transporte derribado contra el viaducto por el que en ese momento circulaba el Zoom (el medio de transporte de Mega-City Uno equivalente al Metro), haciendo que los vagones se saliesen de las vías y se precipitasen contra el suelo. El dibujo de las 18 páginas de las que constaba esta parte de la historia corría a cargo de Alex Ronald, un joven dibujante que quizá era el más flojo de los cuatro que intervenían en la saga y que en aquella época acababa de debutar en Judge Dredd: Lawman of the Future, la nueva cabecera basada en la versión cinematográfica de Dredd que se acababa de lanzar al mercado el año anterior con vistas a los seguidores más jóvenes del personaje.

Carlos Ezquerra regresaba de nuevo al apartado artístico de la saga con su tercera parte: Relaciones no Judiciales (Unjudicial Liaisons). Apareciendo en los Progs. 987 a 989, este tercer capítulo de la historia constaba de 19 páginas y se dividía en otros tres episodios que esta vez tenían como principal protagonista a la Juez DeMarco. El argumento de fondo era la famosa regla que imponía un régimen de celibato obligatorio a todos los Jueces, prohibiéndoles mantener relaciones de pareja tanto con civiles como con otros Jueces y que ya había sido tratada otras veces en la serie en historias como Muerte de un Juez (Prog. 137) o La Grabación Falucci (Progs. 461-463). Tal y como se había visto en los anteriores capítulos de la saga que también se había encargado de dibujar Ezquerra, DeMarco mantenía una relación no judicial con otro de los Jueces asignados al Sector, el Juez Warren, siendo ella misma quien había solicitado su traslado al Pozo para poder continuar viéndose con él sin despertar sospechas. Ahora esa relación no atravesaba por su mejor momento. La llegada de Dredd había impresionado a DeMarco, que empezaba a tener cada vez más claro que Warren no era una persona excesivamente recomendable, saliendo perdiendo en la inconsciente comparación que DeMarco acababa haciendo entre él y Dredd; o no tan inconsciente, puesto que éste acabaría siendo otro de los argumentos a largo plazo que John Wagner iba a desarrollar en la serie en un futuro no demasiado lejano.

Con un talante quizá menos políticamente correcto del que en general existe hoy en día en el mundo del cómic, la inclusión de DeMarco en el controvertido tema de las relaciones sexuales entre los Jueces, propiciaba la aparición de imágenes nada inocentes del personaje en varias de las páginas que Ezquerra dibujaba en esta parte de la historia. El caso es que con base en esas viñetas de Ezquerra, el editor David Bishop decidía llevar un reflejo de ellas a la portada del Prog. 987 a fin de llamar la atención al fandom sobre esta circunstancia. El titular que acompañaba a esa portada (que se podría traducir como DeMarco Desabrochada), y el tipo de ilustración de Mark Harrison que se utilizaba para promocionar esta nueva parte de la saga, suscitaría bastante controversia en los correos que aparecerían en los números siguientes, y no precisamente por su resultado artístico, que quizás es de lo que más se hubiera debido discutir; de hecho, en realidad lo que sucedió fue más bien todo lo contrario, puesto que esa portada acabaría siendo reeditada a doble página como uno de los pin-ups más solicitados que acompañarían al 2000AD Special 1996. En cualquier caso, tomándose la polémica con humor, la famosa portada del Prog. 987 tendría una nueva y provocadora versión al año siguiente, donde esta vez iba a ser un Juez Dredd de pelo en pecho quien protagonizase en el Prog. 1072 su propia portada de Dredd Desabrochado, añadiendo un irónico giro a la controversia.

Desde el punto de vista argumental, ésta era la parte de la saga que John Wagner utilizaba para desarrollar al personaje de la Juez DeMarco. Recurriendo a modo de flashback a los recuerdos sobre su propia infancia, la historia mostraba en este punto cómo DeMarco había ingresado por decisión de su padre en la Academia de la Ley tras haber fallecido su madre, dejando entrever una necesidad de cariño no correspondido que había acabado forjando su personalidad. La caracterización que Wagner llevaba a cabo del personaje se preocupaba también de hacer ver que la fortuna de su familia no significaba nada para ella, sintiendo por el contrario una verdadera vocación por ser Juez de Mega-City Uno. Con este bagaje argumental a cuestas, DeMarco se dirigía a una nueva cita con el Juez Warren sin saber que estaba siendo seguida a su vez por la Juez Castillo, quien acababa descubriendo la relación no judicial que ambos estaban manteniendo. Todo se complicaba cuando en uno de los apartamentos contiguos al que ocupaban DeMarco y Warren se desarrollaba un crimen que obligaba a intervenir a Castillo, encontrándose ésta de repente en una situación de inferioridad que la obligaba a solicitar ayuda inmediata. Recibiendo por radio esa petición de ayuda, DeMarco no dudaba un segundo en responder a la llamada de su compañera, mientras que Warren prefería desaparecer del lugar para evitar verse envuelto en el asunto y tener que dar explicaciones sobre lo que ambos estaban haciendo allí.

A pesar de la rastrera huida de Warren, DeMarco conseguía llegar a tiempo de salvar la vida de Castillo. Dándose cuenta de lo que significaba la presencia de su compañera en ese lugar, el único favor que DeMarco le pedía era que le dejase hablar primero con Dredd y ser ella misma quien le contase todo. Como no podía ser de otra forma, Dredd se mostraba profundamente decepcionado con DeMarco ante aquel quebrantamiento de una de las normas más básicas del Departamento de Justicia, y ésta lamentaba a su vez la decepción que su comportamiento le había supuesto a Dredd, pero no por ello dejaba de defender su dedicación en todo momento a la ley, mostrándose firme a la hora de entender que esa relación nunca la había incapacitado para hacer bien su trabajo, y expresándose abiertamente sobre que la norma del celibato entre los Jueces era una regla absurda que debería ser revisada, argumento este último con el que Wagner se aseguraba todavía más el acercamiento del personaje a los lectores.

La aproximación psicológica que John Wagner hacía del personaje resultaba en todo caso interesante. Para DeMarco hubiera sido más ventajoso a todos los niveles no mantener ningún tipo de relación sentimental, pero de manera consciente elegía ir contracorriente y mantenerlas porque entendía que esa regla carecía de sentido entre seres humanos. En cualquier caso, argumentalmente, Dredd apreciaba lo que había hecho DeMarco, arriesgando su carrera para salvar la vida de Castillo, pero no podía pasar por alto aquella infracción del reglamento y decidía suspenderla hasta nuevo aviso, entregando el mando de la unidad a Buell. A pesar de todo, decidía no quitarle la Placa y expulsarla del cuerpo, cosa que sin embargo sí que hacía con Warren por haber desatendido la llamada de auxilio de Castillo, algo que Warren no se tomaba nada bien, acusando a Dredd de favorecer a DeMarco por estar colado por ella y pretender quitársele a él de en medio, de manera que además de dejar su placa en el despacho de Dredd, Warren también se dejaba allí parte de su cara pegada a la pared y acababa siendo arrestado por intentar agredir a un superior.

A continuación tenían lugar dos historias cortas en las que Lee Sullivan se hacía cargo de nuevo del dibujo a lápiz y tinta mientras que Allan Craddock hacía lo propio con el trabajo a color, con lo que desde el punto de vista visual las páginas del joven artista británico iban a salir ganando bastante en comparación con las que se habían visto anteriormente. Apareciendo en el Prog. 990, el primero de esos dos capítulos de seis páginas era Extremaunción (Last Rites) que funcionaba como una secuela de Auténtico Grot. A efectos argumentales, la operación de limpieza que Dredd había iniciado al principio de la saga, comenzaba ahora a dar sus frutos con los arrestos que se estaban llevando a cabo por todo el Sector de los Jueces corruptos que aún permanecían en libertad. Por otra parte, el título de esta cuarta entrega de la saga hacía referencia a la particular forma de administrar justicia que acostumbraba a llevar a cabo el Juez Priest, quien tras haber confesado los más de veinte asesinatos que llevaba a cuestas, se ocupaba una vez más de hacer el juego a su curioso apellido con el ciudadano Myran Boydson, responsable de la muerte de su compañero, al coincidir los dos en el mismo vehículo de transporte que les trasladaba a ambos fuera de las instalaciones de la Central de Sector.

El segundo de estos episodios era el que aparecía en el Prog. 991: Declaración de Guerra (Declaration of War), que funcionaba a su vez como un prólogo a toda la parte final con la que iba a concluir la macrosaga. Con más de una veintena de arrestos y varios jueces fallecidos, Dredd daba por terminada la operación de limpieza de la Central de Sector, ascendiendo a Buell y a su compañera García al mando de la división local del SJS, mientras que Guthrie y DeMarco acababan siendo oficialmente perdonados y volvían a formar parte de la unidad. Entendiendo que se trataba de un caso justificado de defensa propia, Guthrie resultaba absuelto de todos los cargos que pesaban sobre él con motivo de los asesinatos que había tenido que llevar a cabo para salvar el pellejo, mientras que DeMarco se salvaba de la expulsión por haber demostrado en reiteradas ocasiones su valía como Juez y por el apoyo incondicional que la mostraban todos sus compañeros, resultando severamente amonestada y siendo advertida por Dredd de que cualquier reincidencia en su conducta antijudicial significaría su expulsión automática del cuerpo.

Con la Central de Sector limpia de corrupción, Dredd decidía que era el momento de extirpar el cáncer que la había originado y evitar que volviera a apoderarse de ella, de manera que decidía declarar una guerra abierta contra los Frendz y apuntaba directamente como objetivo de la unidad al Jefe de la organización en el Sector 301: Fonzo Bongo, un músico bastante esquizofrénico y propietario de varios clubes que iba siempre acompañado de unos bongos y al que hasta entonces nunca había sido posible acusar de nada. Al haber desaparecido con la muerte de Roth cualquier prueba que le situase detrás de los casos de corrupción, Dredd ordenaba llevar a cabo una campaña de acoso y derribo contra todos los locales y negocios controlados por Bongo, tanto los legales como los aparentemente legales, intentando forzar la situación para que a Bongo se le fuese la mano y cometiese cualquier error que les permitiera detenerlo y enviarlo unas cuantas décadas a los Cubos.

Con estos antecedentes comenzaba La Guerra de Bongo (Bongo War), la parte final de 8 episodios y 56 páginas con que la macrosaga venía finalmente a concluir en los Progs. 992 a 999, hallándose su apartado gráfico a cargo de Lee Sullivan (1, 8), Alex Ronald (2-4) y Carlos Ezquerra (5-7). A efectos argumentales, esta última parte de la saga comenzaba con los Jueces desatando una oleada de inspecciones y registros sobre todos los locales del Sector controlados por Bongo. La campaña emprendida por Dredd empezaba a sacar de sus casillas al cabecilla local de los Frendz, si bien esa cólera inicial se quedaba en nada cuando todo un escuadrón de Jueces se presentaba en su propio club y lo registraba a fondo, dejándole en pelotas delante de sus acompañantes para comprobar que no llevaba ninguna sustancia ilegal encima y cerrándole a continuación el local al encontrarse rastros de salmonella y listeria en las cocinas, todo ello acompañado del tratamiento habitual empleado por los Jueces de Mega-City a la hora de emprender cualquier acción de registro. Como consecuencia de la humillación sufrida, Bongo ahora sí que enloquecía de verdad y decidía declarar su propia guerra a Dredd y a los Jueces del Sector.

Exceptuando el caso de Guthrie, cuya rehabilitación como Juez se había producido en el capítulo anterior, todas las tramas que John Wagner había estado tejiendo desde el inicio de la saga confluían en esta parte final cuyo eje central estaba constituido por la situación de guerra total que Fonzo Bongo desencadenaba al convocar a todas las bandas que tenía bajo su control para que de manera simultánea desatasen una ola de disturbios y saqueos masivos por todo el Sector. Ante la multitud de focos que comenzaban a estallar de manera aleatoria en varios lugares a la vez, todos los Jueces tenían que desplegarse para atajar la situación con la que de repente se encontraban entre manos. El propio Dredd decretaba el toque de queda para todos los ciudadanos que residían en el Pozo y decidía salir también con su equipo para sofocar las múltiples revueltas que estaban teniendo lugar por todo el Sector, dejando al Juez Uris al mando de la Central.

Era en este caos que se desataba dónde comenzaban a producirse las diferentes situaciones que conducirían la trama hasta su conclusión. Así, el arrestado Warren aprovechaba para fugarse el ataque que llevaba a cabo una de las bandas contra el vehículo que lo trasladaba, decidiendo abandonar a su suerte a los Jueces que lo custodiaban, quienes acababan siendo hechos pedazos por los asaltantes. Al recibirse la noticia de la fuga de Warren, la propia DeMarco solicitaba permiso a Dredd para separarse del grupo y emprender su búsqueda en solitario. Al mismo tiempo, los Jueces Patel y Nuberg se encontraban de repente acorralados por centenares de asaltantes, viéndose obligados a emprender una retirada estratégica hacia la zona de refugio más próxima: la Subestación de Tráfico de El Álamo, hacia la que en ese momento también se dirigían Dredd, Guthrie, Lee y Giant para dejar bajo custodia a varios detenidos. A modo de anécdota, señalar que al mando de la subestación de tráfico se encontraba el Juez Greel, el antiguo segundo al mando de McGruder, quien había acabado dirigiendo el tráfico en el Pozo tras haber sido destituido de su cargo por la propia McGruder al final de Wilderlands (Prog. 915).

Como la propia denominación de la subestación venía a indicar, Ezquerra regresaba a esta parte final de la saga para hacerse cargo de realizar gráficamente lo que no era sino una versión futurista ideada por John Wagner de la famosa batalla de El Álamo, una versión que se aproximaba bastante a la presentada en su día a través de la icónica película del mismo título dirigida e interpretada por John Wayne, de la que incluso se llegaba a homenajear alguna escena. En este caso, los centenares de atacantes armados que perseguían a Nuberg y Patel les obligaban a atrincherarse en la subestación de tráfico a fin de evitar ser hechos pedazos por el número y la potencia de fuego de la que disponían los asaltantes, coincidiendo en ella con Dredd y su equipo. La situación se complicaba todavía más para los asediados cuando Bongo se enteraba de que Dredd se había quedado aislado en la subestación de tráfico junto con sus hombres, un cadete novato y los pocos jueces de tráfico que trabajaban en ella, decidiendo enviar a todos sus hombres de golpe contra la subestación, que se convertía así en un auténtico campo de batalla.

Evidentemente, no todos los protagonistas de la saga iban a salir con vida de aquel homenaje a la Batalla del Álamo con el que la historia concluía a través de un episodio especial de doce páginas que esta vez corría a cargo del dibujante Lee Sullivan. En todo caso, a modo de final, y de manera similar a lo ocurrido en su día con el famoso gánster Al Capone, los Jueces no conseguían obtener pruebas contra Fonzo Bongo de los múltiples levantamientos armados que habían tenido lugar en el Sector, pero lograban enviarle veinticinco años a los Cubos acusado de infractor en serie gracias a las más de trescientas multas de aparcamiento impagadas que habían aparecido traspapeladas en la subestación de tráfico asediada, descabezando así la presencia de los Frendz en el Sector y enviando un serio aviso a la organización de que los Jueces de Mega-City no estaban dispuestos a tolerar que instigasen la corrupción entre sus filas, fueran cuales fuesen las consecuencias.

De todos los comentarios y críticas que con el paso del tiempo se han venido a realizar sobre esta macrosaga, con aquellos con los que particularmente estoy más de acuerdo son con los que consideran que El Pozo vino a reinventar con éxito el mundo de Dredd y el papel que éste interpretaba en él. Sin perjuicio de otro tipo de historias, con otro tipo de objetivos, como América o Necrópolis, fue a partir de El Pozo donde la serie comenzó a adquirir el tono de madurez narrativa que ha venido a acompañar al personaje durante este nuevo milenio, contribuyendo a explicar la longevidad con que ha conseguido llegar hasta nuestros días. En el extremo opuesto, seguramente la crítica más negativa que se le pueda hacer a esta macrosaga es que quizá no fuese demasiado atractiva visualmente. Comenzaba de una manera excelente en manos de Ezquerra, pero lo cierto es que el artista español no la llegaba a realizar entera, que hubiera sido sin duda lo más deseable, sino que vino a dejar en manos de otros artistas buena parte de su desarrollo, regresando tan sólo de manera puntual hacia la mitad de la saga y en lo que iba a ser su recta final, por lo que únicamente llegaba a hacerse cargo del diseño de personajes y de algo menos de la mitad de su extensión. A pesar de todo, la verdad es que la saga se leía muy bien y goza hoy en día de una excelente reputación entre la gran mayoría de seguidores del personaje (a mí personalmente es una de las que más me gustan), siendo recibida como un auténtico clásico desde el mismo momento en que terminó su publicación en las páginas del 2000AD y reeditándose como una novela gráfica de casi doscientas páginas al año siguiente, lo que también dice mucho de cuál fue su recepción.

En cierto modo es curioso observar como el final de esta saga estuvo de alguna manera bastante relacionado con el comienzo de la siguiente, al menos desde el punto de vista editorial, toda vez que esa doble extensión de doce páginas que acabó teniendo el episodio final de El Pozo vino en realidad motivada por la necesidad de que la historia concluyese en el Prog. 999, al haberse tomado la decisión de que el 2000AD celebrase su histórico Prog. 1000 con el comienzo de una saga totalmente nueva de cada uno de los personajes que aparecían en su interior, circunstancia que iba a traer consigo otra excelente historia para los seguidores del Juez Dredd: Dead Reckoning (Progs. 1000-1006), una saga de siete episodios aparecida a lo largo de los meses de Julio y Agosto de 1996, cuyo título más literal podría ser algo así como Ajustando Cuentas con la Muerte, pero que en realidad lo que hacía era jugar con el término de uso navegacional que se utiliza sobre el Tiempo Estimado para llegar a un destino determinado, toda vez que la historia iba de errores de cálculo y de viajes interdimensionales en el tiempo, a la vez que suponía el regreso del Juez Muerte y del resto de Jueces Oscuros a la serie.

Encargada en un principio para aparecer publicada como un único número especial de 42 páginas a cargo de John Wagner y Greg Staples, fue el equipo editorial formado por David Bishop y Steve MacManus el que acabó decidiendo que en su lugar apareciese por entregas en el 2000AD, siendo precisamente la saga que comenzase en ese histórico Prog. 1000. Como Dredd venía a reflexionar a su conclusión, la historia contaba una curiosa paradoja temporal que venía a explicar cómo habían tenido conocimiento los Jueces Oscuros de la existencia de Mega-City Uno en otra realidad paralela. Ya anteriormente, en Juez Muerte: La verdadera historia (Progs. 901-902), a través de una historia corta montada a modo de entrevista con el fallecido periodista Brian Skuter, el propio John Wagner e Ian Gibson habían mostrado como los Jueces Oscuros habían obtenido de unos desafortunados alienígenas los aparatos de salto interdimensional que los habían llevado hasta Mega-City Uno. Ahora, a través de un nuevo enfrentamiento entre el Juez Dredd y el Juez Muerte que daba comienzo en este número especial de aniversario de la revista, se planteaba la posibilidad de que la llegada del Juez Muerte a Mega-City en el año 2101 no hubiera sido casual, sino de algún modo provocada por los acontecimientos que iban a tener lugar en el año 2118 en el que transcurría esta historia.

La trama comenzaba de una manera bastante inocente para los estándares de Mega-City, cuando el Juez Dredd recibía el aviso del preocupado y colaborador ciudadano Norman Putnik, que iba acompañado por su anciana madre de 199 años, de que había visto a unos Juves (Menores) bastante sospechosos portando un lanzamisiles casero. Al mismo tiempo, mientras Dredd se dirigía a investigar el asunto, el espíritu incorpóreo del Juez Muerte recibía una visita oficial de la doctora Nivea Davenport en el bloque de contención en el que se encontraban encerrados los Jueces Oscuros, una entrevista que tenía por objeto la investigación con fines científicos que Davenport estaba llevando a cabo para el Departamento de Estudios Temporales y Dimensionales sobre las diferentes leyes físicas que regían en su dimensión y le permitían existir.

Dos de esas líneas argumentales confluían cuando los Juves a los que perseguía Dredd disparaban el lanzamisiles casero contra el bloque en el que residía una banda rival, desviándose el misil de su chapucera trayectoria e impactando contra un tanque químico de transporte que en ese momento sobrevolaba la zona. El tanque químico se estrellaba a su vez contra la prisión de los Jueces Oscuros en el momento en que estaba teniendo lugar la entrevista, lo que permitía que el espíritu del Juez Muerte escapase de su encierro y poseyese al ciudadano Norman Putnik, quien todavía andaba circulando con su vehículo por las inmediaciones junto con su anciana madre, enlazándose así con las dos anteriores esta tercera línea argumental que tenía por objeto a los Putnik y que se había presentado a los lectores de manera bastante inadvertida.

Con buenas dosis de horror y de humor negro de por medio, el superdemonio alienígena transformaba y ocupaba el cuerpo que tenía más a mano, en este caso el de la anciana Señora Putnik, dirigiéndose a continuación a las instalaciones del Centro de Estudios Temporales y Dimensionales al que pertenecía Davenport con la idea de utilizar su dispositivo de salto y volver a Deadworld, su dimensión originaria, a fin de regresar más tarde a Mega-City con los medios necesarios para liberar a sus tres compañeros. Llevándose a Davenport de rehén, el Juez Muerte lograba partir hacia su dimensión antes de que Dredd llegase a tiempo para evitarlo, si bien por un inesperado error de cálculo en las coordenadas de salto, Davenport y Muerte no se acababan transportando al Deadworld del presente, sino que retrocedían años atrás en el tiempo, apareciendo en una época en la que todavía se estaban llevando a cabo las Purgas que habían acabado con todos los seres vivos del planeta y en la que por tanto también existían unas versiones anteriores tanto del propio Juez Muerte como del resto de Jueces Oscuros, siendo a esa misma época hacia la que Dredd partía también en su persecución.

Sin perjuicio del vertiginoso ritmo y la velocidad a la que se desarrollaba la historia, la gran estrella de Dead Reckoning resultaba ser el artista Greg Staples, que seguramente vino a realizar en esta historia el mejor trabajo que había llevado a cabo hasta entonces en su carrera. Aparte de la visualidad que desprendía su espectacular estilo de dibujo y de ese toque heredado de su maestro Simon Bisley, ver al Juez Muerte como un quinto Juez Oscuro, ataviado con una peluca de anciana en lugar de su casco y con un traje de abuela en vez de su uniforme, era una broma que sólo podía resultar bien en manos de un ilustrador muy bueno, como efectivamente lo era Greg Staples.

A efectos de continuidad gráfica, todos los elementos clásicos del entorno de Deadworld y de los Jueces Oscuros resultaban perfectamente reconocibles en el trabajo que Greg Staples llevaba a cabo. Cuidando todo tipo de detalles, los Jueces de Deadworld eran idénticos a los que Peter Doherty había presentado años antes en Young Death: Boyhood of a Superfiend (Megs. 1.01-1.12) e incluso el aspecto exterior del Salón Oscuro de Deadworld se correspondía con el mostrado quince años atrás por Brian Bolland a la conclusión de Judge Death Lives (Prog. 228) aunque con la importante diferencia de que en este momento temporal todavía existían personas vivas a su alrededor. La historia suponía además el regreso de los otros tres Jueces Oscuros: Miedo, Fuego y Mortis, quienes no habían vuelto a aparecer en la serie desde la conclusión de Necrópolis y sus correspondientes secuelas, si bien en esta ocasión se trataba de sus contrapartidas del pasado, no las del presente, las cuales todavía permanecían encerradas en Mega-City Uno. En todo caso, su interpretación gráfica por parte de Staples, sobre todo en las escenas de acción en que los tres se enfrentaban a Dredd, era uno de los puntos fuertes sobre los que descansaba toda la parte final de la historia.

Quizá el punto más criticable de Dead Reckoning era que a su conclusión la situación tanto del Juez Muerte como del resto de sus compañeros seguía siendo la misma que existía al comienzo de la historia, como si no hubiese sucedido nada y todo regresase al punto de partida inicial, desenlace que dejaba una cierta sensación de intrascendencia argumental. Fuera de la paradoja temporal que explicaba cómo los Jueces Oscuros habían descubierto la existencia de Mega-City Uno, lo cierto es que la trama de los Jueces Oscuros no sólo no avanzaba demasiado, sino que parecía haberse quedado estancada. Y lo cierto es que en realidad era así. El motivo no era otro sino que en cualquier momento, aunque no se supiese exactamente cuándo, se iba a acabar publicando Morir de Risa, una historia que ya había sido escrita y entregada desde hacía cuatro años para su publicación, y en ella, los cuatro Jueces Oscuros partían de una situación inicial de confinamiento que no podía verse alterada a fin de que su aparición en dicha historia entrase en continuidad y tuviese sentido. Sea como fuere, ninguno de ellos volvería a aparecer hasta que a finales de 1998 se publicase por fin ese esperado crossover entre Batman y el Juez Dredd en el que los Jueces Oscuros se escapaban de su prisión y volvían a desatar el caos en Mega-City Uno, quedando así liberada su trayectoria argumental de cara a futuras historias.

Continuando la historia en viñetas de Mega-City Uno, uno de los personajes más importantes de la serie se iba a despedir para siempre de ella en el Prog. 1009: Muerte de una Leyenda (Death of a Legend), una historia corta de seis páginas a cargo de John Wagner y Peter Doherty que se publicaba en pleno mes de Septiembre y que iba a suponer la última historia en que aparecería la Juez Jefe Hilda Margaret McGruder. A modo de antecedente sobre lo que estaba sucediendo, el Judge Dredd Megazine (Meg. 3.09) ya había presentado a finales del año anterior una historia corta de nueve páginas (Matando el Tiempo) en la que Dredd se enteraba de que la antigua Juez Jefe de Mega-City Uno había sido ingresada en una institución mental víctima de la enfermedad de alzheimer, con un deterioro cada vez más irreversible de sus facultades mentales.

Ahora, diez meses después de aquella historia, la enfermedad había seguido su curso de manera inevitable y el Subcomité de Jurisprudencia Médica del Departamento de Justicia estaba a punto de acordar el traslado de McGruder al Euthanasium para acabar con su vida a través de una inyección letal. Considerando que aquella no era la manera de despedir a una vieja compañera de armas y a una auténtica leyenda como McGruder, Dredd intervenía instantes antes de que el veredicto fuese oficial y decidía sacarla por su cuenta del hospital, dirigiéndose con ella a la Tierra Maldita a fin de que la antigua Juez Jefe pudiera emprender una última misión. Basada argumentalmente en la relación que habían mantenido Dredd y McGruder a lo largo de los años, la historia tenía un puntito emocional muy bien construido y jugaba con el respeto y el aprecio que Dredd sentía hacia ella, tocando además por primera vez en el cómic europeo de aventuras el difícil tema de la enfermedad de alzheimer, aun cuando lo hiciera sin más pretensión que la de dar visibilidad a la enfermedad y procurar una despedida épica y emotiva a uno de los personajes más importantes que había tenido la serie durante los últimos quince años.

A pesar del excelente momento que estaba atravesando el 2000AD, lo cierto es que las cosas no le iban tan bien al Judge Dredd Megazine, al que le había sentado bastante mal la renumeración que había tenido lugar con motivo del estreno de la película del Juez Dredd. Coincidiendo también con un cierto alejamiento de la vieja guardia formada por John Wagner y Alan Grant, sus ventas se habían ralentizado hasta el punto de no poder mantener la periodicidad quincenal que venía siendo habitual desde el comienzo de la revista, comenzando a aparecer de manera mensual a partir del Meg. 3.14. Evidentemente, tal y como estaban las cosas, se hacía necesario dar un impulso editorial al megazine, decidiéndose realizar ese impulso a través de lo que iba a ser una primera secuela de América (Megs. 1.01-1.07), la historia que más reconocimientos había obtenido hasta entonces en la trayectoria de la revista. Esa secuela iba a recibir el título de El Desvanecimiento de la Luz (Fading of the Light) e iba a estar a cargo de John Wagner y Colin MacNeil, los mismos autores que seis años antes se habían encargado de llevar a cabo la saga original, y será a ella a la que trataremos de referirnos con un poco más de profundidad en la próxima entrada.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Los Archivos de Cal. Malos Amigos. Satán. El Acertijo Definitivo

El estreno de la película del Juez Dredd en el verano de 1995 motivó que todo el grupo editorial del 2000AD desarrollase en ese año una gran actividad promocional alrededor del personaje, intentando evidentemente aprovechar el fuerte tirón publicitario que acompañaba a la película desde Hollywood. Así, por ejemplo, The Best of 2000AD y The Complete Judge Dredd, los dos títulos mensuales que reeditaban material ya publicado, se reconvertirían en Classic 2000AD y Classic Judge Dredd, comenzando sus nuevas andaduras a partir de una nueva numeración. Igualmente, bajo el título Judge Dredd: Lawman of the Future, se procedió a lanzar una nueva cabecera dirigida al público más juvenil que acabaría permaneciendo casi dos años en el mercado, alcanzando una duración de 23 números. Del mismo modo, en lo que sería el movimiento editorial más trascendente de cara a los lectores habituales, el clásico Judge Dredd Megazine sería relanzado a través de un nuevo Número 1 en lo que acabaría siendo el Volumen 3 de su andadura editorial. Y con la vista puesta en el mercado norteamericano, Titan Books comenzó también la publicación de varios tomos recopilatorios en formato de novela gráfica que recogían de manera íntegra todas las grandes sagas del personaje que habían aparecido hasta entonces, siendo además la primera vez que esas sagas se publicaban en los Estados Unidos en su tamaño original y sin las alteraciones en las páginas que anteriormente habían tenido lugar para su adecuación al formato de comic-book.

También iba a haber importantes novedades en el 2000AD, siendo la más destacable el que comenzasen a aparecer dos episodios de Dredd en cada número a partir del Prog. 950, coincidiendo precisamente con el estreno de la película. Los meses previos a ese estreno ya habían estado viendo como algunos nombres de reconocido prestigio en el cómic británico volvían a aparecer de nuevo en los créditos del 2000AD como guionistas de las historias del Juez Dredd. Así, además del regreso del propio John Wagner, cuya reincorporación a la revista se acababa de producir unos meses antes, Grant Morrison (en colaboración con Mark Millar, que lo cierto es que entonces no era tan conocido como pueda serlo hoy en día) y Garth Ennis fueron los otros dos escritores que firmaron con Wagner las tres sagas que iban a aparecer durante los seis primeros meses del año, en lo que no dejaba de ser sino un reclamo con la vista puesta en el movimiento que se estaba produciendo alrededor del personaje. A pesar de cumplir su objetivo comercial sobre las ventas (y especialmente sobre los suscriptores) del 2000AD, el resultado de esas tres sagas acabaría siendo bastante desigual.

La primera de ellas en aparecer fue la firmada por John Wagner, haciéndolo bajo el cinematográfico título de El Exterminador (The Exterminator), una historia de nueve episodios y más de cincuenta páginas con el dibujante inglés John Burns (1-2) y el veterano artista español Emilio Frejo (3-9) a cargo del apartado gráfico que aparecería en los Progs. 919-927. Al parecer, en su origen era una historia para Terminator que Dark Horse le acabó rechazando a John Wagner. En este sentido, aunque la historia dejaba entrever algunas ideas tomadas del Alien de Ridley Scott, su argumento presentaba efectivamente al Juez Dredd en un papel muy similar al del Terminator cinematográfico, que era precisamente a lo que se refería el título de la saga, al tener que viajar en el tiempo y retroceder hasta la ciudad de Nueva York en el año 2001 con el fin de evitar que una plaga parasitaria alienígena, que se había originado en el pasado, destruyese a la humanidad en el futuro. Para ello, Dredd debía eliminar a todos los portadores originales del parasito: los pasajeros de la lanzadera espacial Pan-Astra, los primeros humanos en tener contacto con un ser extraterrestre, en este caso un ser extraterrestre muerto. La historia la verdad es que no estaba nada mal, con un Dredd en un papel un tanto dudoso que se justificaba con la necesidad de evitar una potencial amenaza de extinción y en que los portadores del parásito iban a morir de todos modos, aunque lo cierto es que dejaba bastante que desear en el apartado gráfico, presentando una estética y una puesta en escena que ya resultaba anticuada incluso en la época en que se publicó.

Con dibujos del artista inglés Mick Austin, la segunda de esas sagas que aparecerían en el 2000AD antes del estreno de la película fue
Cruzada (Crusade), una historia de diez episodios y un total de 60 páginas que era la última que quedaba por publicar de las tres que habían escrito conjuntamente los escoceses Grant Morrison y Mark Millar el año anterior, y que visto el resultado final, casi que podían habérsela ahorrado. Aparecida de finales de Febrero a finales de Abril en los Progs. 928 a 937, la historia presentaba al Juez Dredd dirigiéndose esta vez a la Antártida con la misión de localizar y llevar de regreso a Mega-City al Juez Eckhart, un científico de la Tek Division que había desaparecido quince años atrás en las profundidades del espacio sin haberse vuelto a saber de él. Ahora su nave había reaparecido tras estrellarse en el Polo Sur, captándose un mensaje de Eckhart antes de que se interrumpieran todas las comunicaciones en el que afirmaba haber contactado y comunicado con Dios, lo que causaba que las principales megaciudades del planeta acabasen enviando a sus representantes a la Antártida para hacerse con él y comprobar la veracidad del mensaje. Como nota de curiosidad, la saga presentaba por primera y única vez en la serie a los Jueces del Vaticano, los Inquisidores, unos fanáticos radicalizados que asesinaban de manera indiscriminada a quienes ellos consideraban como pecadores y que no han vuelto a ser utilizados por ningún otro escritor.

Coincidiendo su final con el estreno de la película, la tercera saga que aparecería durante estos meses previos a lo que se suponía que iba a ser un gran evento cinematográfico, fue la última historia que Garth Ennis había dejado escrita antes de abandonar la serie y que en su día no había podido ser publicada a causa del retraso acumulado por Nick Percival en la entrega de las 54 páginas en que se desarrollaba esa historia: El Beso de Buenas Noches (Goodnight Kiss), una saga de nueve episodios, aparecida en los Progs. 940 a 948, que Ennis había escrito dos años antes a modo de despedida de la serie y que suponía también el regreso del asesino Jonni Kiss, cuya trama había quedado inconclusa en los últimos números de Ennis que habían aparecido publicados. En realidad, el escritor norirlandés no regresaría de verdad para escribir una nueva saga del Juez Dredd hasta el año 2001, que sería cuando apareciese Helter Skelter (Progs. 1250-1261), la historia que, esta vez sí, significaría su adiós definitivo al personaje.

Ambientada argumentalmente en la Tierra Maldita, El Beso de Buenas Noches suponía en realidad la conclusión, no de una, sino de dos de las historias que Ennis había publicado durante su estancia en la serie: The Marshal (Progs. 800-803) y Enter Jonni Kiss (Prog. 830). En la primera de ellas, el último superviviente de un asentamiento perteneciente a la tribu de los Marshals, una hermandad de mutantes de la Tierra Maldita que perseguía a los forajidos siguiendo las enseñanzas aprendidas en unos viejos cómics del Llanero Solitario que tenían en su poder, aprovechaba los daños causados durante la Guerra del Día del Juicio (Progs. 786-799 y Megs. 2.04-2.09) para introducirse en Mega-City Uno con el objetivo de hacer justicia y acabar con la vida del responsable de la muerte de sus hermanos, el Juez Eckson, un genetista del Departamento de Justicia que había soltado en la zona de Clearwater Creek un virus genético experimental desarrollado en su día por el Juez Morton Judd (el responsable de la clonación de Joe y Rico Dredd), desconociendo que ése territorio era el que habitaban los Marshals y causando la muerte de todos ellos por envenenamiento masivo. Dredd acababa con la vida del cazador de forajidos mutante antes de que lograse su objetivo, pero éste le avisaba que aún quedaban con vida más hermanos suyos que no pararían hasta obtener venganza sobre el propio Dredd y la megaciudad. En la segunda de las historias, Jonni Kiss, un reputado e infalible asesino de Jueces procedente de EuroCity, había recibido el encargo de una de las familias mafiosas de Mega-City Uno de acabar con la vida del Juez Dredd a cambio de una importante suma de dinero, lo que significaba que Dredd se hallaba situado en el centro de una diana muy peligrosa sin saberlo.

Ahora, más de dos años después de aquellas historias que habían quedado sin conclusión, sus diferentes tramas venían a confluir en una sola cuando Jonni Kiss se adentraba en el interior de la Tierra Maldita y lograba obtener la ayuda de los Marshals para cumplir con el encargo que había recibido, circunstancia que en ese momento se veía posibilitada al encontrarse Dredd en una misión de patrulla en la Tierra Maldita con la novata Hoolihan como único apoyo. Aunque la historia había acabado archivada en espera del momento adecuado para su publicación a causa del retraso acumulado por el dibujante Nick Percival, la verdad es que el retraso esta vez resultó estar justificado, al menos a la vista del resultado final. 

A modo de anécdota sobre la diferencia de tiempo entre el momento en que fue dibujada la historia y en el que al final se acabó publicando, con el fin de mantener la coherencia temporal de los acontecimientos que habían tenido lugar en la serie desde que había comenzado a trabajar en ella, el propio Percival no tuvo más remedio que volver a redibujar el rostro de Hadrian Volt en todas las viñetas del episodio inicial con el que comenzaba la saga, puesto que inicialmente el personaje que aparecía era la Juez Jefe McGruder. Por otra parte, ésta era también la famosa historia en la que el Juez Dredd acababa siendo crucificado en la Tierra Maldita en lo que no dejaba de ser sino un claro y reconocido homenaje del propio Ennis al Conan de Robert E. Howard, un homenaje que de hecho llegaba incluso a presentar como tributo elementos muy reconocibles tomados de la misma escena que había sido llevada también al cómic por Roy Thomas y John Buscema para los comics Marvel en los años setenta, si bien en esta ocasión la forma en que Dredd salía de la comprometida situación en que se hallaba era bastante diferente, como por otra parte no podía ser de otra manera tratándose de una historia de Garth Ennis.

Coincidiendo con el estreno de la película en el mes de Julio, el 2000AD entraría de lleno en el proceso de renovación que se estaba produciendo en todas las cabeceras relacionadas con el personaje a partir del Prog. 950, con el que se añadirían ocho páginas más a la revista que serían utilizadas para añadir otra historia más del Juez Dredd, de manera que durante los tres meses siguientes acabarían apareciendo dos historias diferentes de Dredd en cada número del 2000AD. Casi todas ellas fueron de John Wagner, excepto dos que fueron escritas por Pat Mills, el escritor considerado como la otra piedra angular de la época clásica del 2000AD junto al propio John Wagner y Alan Grant. Mills no sólo había intervenido como editor en el proceso de creación de Dredd, sino que además en la película aparecían también dos personajes creados por él, que precisamente eran los protagonistas de esas dos historias. La mejor de las dos era Flashback 2099: El Regreso de Rico (Progs. 950-952), en la que Mills llevaba a cabo una versión extendida de su ya clásica historia El Regreso de Rico (Prog. 30) con la primera aparición de Rico Dredd, el hermano clónico del Juez Dredd y principal villano de la película. La otra era Hammerstein (Progs. 960-963), una historia en la que Dredd no aparecía por ninguna parte, pero que se justificaba como explicación a la inesperada aparición del famoso droide de guerra de los ABC Warriors en la película. En cualquier caso, eran las historias escritas por Wagner las que iban a empezar a mover las cosas de cara al futuro, especialmente dos de ellas: Malos Amigos (Bad Frendz) y Los Archivos de Cal (The Cal Files) en las que se presentarían a algunos de los personajes que se iban a encargar de impulsar las principales tramas argumentales sobre las que iba a girar la serie a lo largo de los años siguientes.

Aparecida a lo largo del mes de Septiembre y completando un total de 30 páginas, la primera de ellas, Malos Amigos (Progs. 955-959), era una saga de cinco episodios que se hallaban a cargo de Carlos Ezquerra y que suponían el ascenso al protagonismo en la serie del sindicato del crimen más importante de Mega-City Uno: los Frendz (término derivado del slang coloquial utilizado habitualmente en Mega-City y que se podría traducir al castellano como los “Amigoz”, al derivarse de la palabra inglesa “Friends”), así como de su líder, el magnate cyborg Nero Narcos, que era quien dirigía todas sus actividades criminales operando bajo la pantalla legal de una supuesta fundación benéfica de ayuda a los más necesitados que operaba legalmente con el nombre de Los Frendz (Amigoz) de Mega-City Uno.

Considerado como uno de los grandes benefactores y filántropos de la ciudad, el cuerpo de Narcos había sido hecho pedazos a causa de una bomba de fragmentación utilizada por sus rivales mafiosos. Lo único que se había podido salvar de él era su cerebro, que ahora se hallaba conectado a un tanque de supervivencia y a varios superordenadores desde los cuales dirigía todas las operaciones de la organización, utilizando de vez en cuando un cuerpo cibernético al que transfería su consciencia para satisfacer sus necesidades más humanas, fundamentalmente las sexuales. A modo de curiosidad, y a fin de comprobar cómo funcionaba John Wagner a la hora de planificar a largo plazo el futuro de la serie, Nero Narcos estaba destinado a ser el responsable de desencadenar la Segunda Guerra Robot en Mega-City Uno en el año 2121, cuatro años más tarde de esta primera aparición, lo que llevaría a cabo durante la saga El Escenario del Juicio Final (The Doomsday Scenario), el tercer y último crossover entre el 2000AD y el Judge Dredd Megazine que aparecería a mediados de 1999.

La aparición de los Frendz vino a suponer una importante innovación argumental para la serie, al presentar a un enemigo de carácter corporativo al que los Jueces se veían impotentes para detener de una manera directa, toda vez que cada vez que se conseguía acabar con una parte de la organización, surgía otra que ocupaba su lugar como si nada hubiera sucedido. Era necesario acabar con la mente que dirigía todo el sistema (en este caso más bien el cerebro) y la ocasión se presentaba cuando los Jueces detenían al contable de la organización, Mooney Winkle, durante una cena en uno de los clubes gastronómicos más elitistas de Mega-City Uno que tenía por objeto la degustación ilegal de especies en peligro de extinción.

Ante la posibilidad de que Winkle se fuera de la lengua y proporcionase pruebas a los Jueces que les permitieran llegar hasta él y desmantelar la organización, Nero Narcos decidía llamar a su mejor y más letal asesino, Vitus Dance, un mutante psíquico y piroquinético procedente de las Tierras Radioactivas de Ohio (las Radlands) más conocido como el Escorpión, que se introducía con total impunidad y sin mayores problemas no sólo en la propia megaciudad, sino incluso en la Central de Sector donde se estaba interrogando a Winkle, consiguiendo solucionar de raíz el problema que suponía el contable. Afortunadamente, Dredd conseguía percatarse de lo que estaba sucediendo cuando el letal asesino de los Frendz se hallaba a punto de abandonar el edificio, logrando arrestarle tras una difícil persecución que a punto estaba de acabar con su vida de no ser por la oportuna aparición de la Juez Castillo. A modo de continuará, el extremadamente peligroso Vitus Dance acababa encerrado en los Cubos en espera de su próxima aparición en la serie, que iba a tener lugar unos pocos años más tarde, durante el transcurso de la saga La Danza del Escorpión (Progs. 1125-1132), si bien ahora la situación quedaba en fase de espera al sumirse a sí mismo el asesino en una especie de trance psíquico que impedía a los Jueces arrancarle cualquier tipo de confesión contra los Frendz.

La segunda de esas historias fue Los Archivos de Cal (Progs. 959-963), otra saga de cinco episodios y 30 páginas cuyo apartado gráfico corría esta vez a cargo del veterano artista inglés John Burns, apareciendo publicada en el 2000AD durante la última semana de Septiembre y el mes de Octubre. A través de esta historia, John Wagner presentó por primera vez en la serie a la Juez Jura Edgar, un personaje que en poco tiempo se iba a convertir en uno de los adversarios más significativos que ha tenido el Juez Dredd a lo largo de su trayectoria. Manteniéndose siempre en la sombra, Edgar llevaba diecisiete años como directora de la PSU (Public Surveillance Unit, o lo que es lo mismo, la Unidad de Vigilancia Pública), la división de los Jueces encargada de vigilar a los ciudadanos, y que a partir de ahora compartía su sede central con el SJS (curiosamente la división de los Jueces que vigilaba a los propios Jueces) en el interior de la nueva Estatua del Juicio, recientemente reconstruida (Prog. 953) tras haber sido destruida dos años antes por los Jueces renegados de Titán durante el transcurso de la saga de Inferno (Progs. 842-853).

Como su propio nombre indicaba, la Juez Edgar estaba modelada a partir de la polémica figura de J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, un personaje muy conocido y sobre todo temido en su día por ser poseedor de numerosos archivos secretos sobre la vida de los más importantes líderes políticos estadounidenses. Por otra parte, su representación gráfica como una mujer calva de edad avanzada que se veía obligada a utilizar una especie de silla de ruedas flotante, recordaba bastante a la del mutante Charles Xavier de los X-Men de Marvel, si bien parece ser que en realidad Edgar debió su inspiración gráfica a la figura de El Mekón, otro personaje también calvo e incapaz de caminar que utilizaba para moverse una especie de plataforma flotante y que es conocido en el mundo del cómic por ser el principal y más antiguo enemigo de Dan Dare, el famoso héroe espacial de los tebeos británicos.

A efectos argumentales, Los Archivos de Cal era un thriller de tipo detectivesco en el que Dredd recibía una petición de ayuda de la Juez Edgar para localizar una copia de los archivos secretos del difunto Juez Cal, una copia que había sido hecha sin autorización por uno de los Jueces que había participado en el traslado de las instalaciones de la PSU a la nueva Estatua del Juicio. El Juez que presuntamente había hecho la copia de esos archivos había sido hallado muerto en un basurero del Sector 111 sin que el disco con los datos robados se encontrase en su poder. La situación era muy grave, siendo prioritario dar con el disco desaparecido antes de que alguien se enterase de su existencia o de que su contenido cayese en malas manos; de hecho, el material de esos archivos era tan peligroso y de alto secreto que ni siquiera a Dredd se le permitía saber cuál era su contenido.

La historia no sólo servía para presentar por primera vez al personaje de la Juez Edgar y a la PSU, sino que suponía también el regreso del Juez Cal (Progs. 86-108) al papel del principal villano de la historia, aunque esta vez desempeñase ese papel desde la tumba, al tiempo que también sembraba las primeras semillas de la discordia entre Edgar y Dredd, un conflicto que estallaría de manera más abierta apenas un par de años más tarde en Sórdido (Meg. 3.40), la historia que supondría la siguiente aparición de Edgar en la serie. Por otra parte, como se descubría a medida que avanzaba la trama, ésta incidía en aspectos no conocidos de la vida del Juez Fargo, el denominado padre del Sistema Judicial y base del material genético del propio Juez Dredd, hasta el punto que de ser ciertos y darse a conocer al público esos archivos recopilados por Cal sobre la figura de Fargo, su contenido podía hacer tambalearse al propio Departamento de Justicia. Desde el punto de vista artístico, ésta fue posiblemente la mejor historia que John Burns llegó a dibujar del Juez Dredd, siendo necesario mencionar que tal y como el propio artista llegó a desvelar en una entrevista publicada años más tarde en el Megazine, a Burns no sólo no le iba nada la ciencia ficción, sino que el propio Dredd no era tampoco el personaje que precisamente más le gustaba dibujar, pasándolo realmente mal cada vez que tenía que dibujar los fondos y paisajes futuristas de Mega-City Uno, algo que intentaba evitar en la medida de lo posible siempre que pudiera hacerlo sin menoscabar el desarrollo de la historia que estaba encargado de narrar visualmente.

Al mismo tiempo, mientras esto sucedía en el 2000AD, el Judge Dredd Megazine presentaba una nueva saga de la Juez Anderson en la que el Juez Dredd actuaba también como coprotagonista junto a la telépata de la Psi Division. La historia tenía su origen en la amenaza que la Juez Anderson había presentido que se cernía sobre Mega-City Uno al final de Postcards from the Edge (Megs. 2.50-2.60) la saga de la Juez Psíquica que había sido publicada el año anterior. Como es sabido, esa amenaza consistía originalmente en el regreso de los Jueces Oscuros a Mega-City que iba a tener lugar en Morir de Risa, el anunciado crossover entre Batman y el Juez Dredd. Sin embargo, al acabar siendo pospuesta su fecha de publicación por los problemas que estaba planteando Glenn Fabry, a Alan Grant no le quedó otra que escribir una nueva historia que encajase argumentalmente con lo que se había publicado hasta entonces. De esta manera, apareciendo de manera quincenal durante los meses de Febrero a Octubre de 1995, lo que acabaría publicándose sería un nuevo Mega-Epic protagonizado por Anderson y Dredd, esta vez en la serie de la telépata y escrito por Alan Grant, que abarcaba un total de 15 episodios y 117 páginas en las que se contaba el regreso de Anderson a Mega-City Uno y su reincorporación al Departamento de Justicia. Su estructura de publicación se desarrollaba a través de un prólogo titulado Postal a mí misma (Meg. 2.73) y dos sagas sucesivas que iban inmediatamente a continuación: Algo Maligno (Megs. 2.74-2.80) y Satán (Megs. 3.01-3.07).

Con dibujos de Steve Sampson, Postal a mí misma (Postcard to Myself) era una historia de ocho páginas que servía de enlace entre la mencionada saga de Anderson que había aparecido el año anterior y la que comenzaba ahora, aunque en realidad era el último episodio que Alan Grant y Steve Sampson habían realizado para dicha saga, aunque se publicase ahora como introducción a la que comenzaba; de hecho, el propio dibujo que Sampson llevaba a cabo en ese prologo era una clara continuación del que se había visto en los episodios finales de Postcards from the Edge, de calidad bastante inferior al que el mismo artista desarrollaba con mucho más oficio en los episodios que ahora aparecerían publicados inmediatamente a continuación. Argumentalmente, esta introducción servía para mostrar el nuevo status en el que ahora se movía la Juez Psíquica. Dos años después de su deserción tras lo sucedido en Marte, la visión que Anderson había tenido en el planeta Tartini la había hecho volver de nuevo a Mega-City Uno. Su regreso había sido autorizado por el nuevo Juez Jefe Hadrian Volt en base a la importante consideración de que la ciudad no podía permitirse perder a su mejor telépata. Pero ese regreso no era incondicionado: su reincorporación al Departamento de Justicia quedaba sujeta a un status de prueba y supeditada a que la visión de Anderson sobre el peligro que corría la ciudad acabase teniendo una confirmación positiva.

Sobre la base argumental que situaba este prólogo, a continuación comenzaba lo que podía considerarse como la primera parte de la saga: Algo Maligno (Something Wicked), que discurría a lo largo de siete episodios (Megs. 2.74-2.80) a cargo de Steve Sampson (1-3) y Charles Gillespie (4-7). La historia aparecía ambientada a mediados del 2117, pudiendo situarse cronológicamente a efectos de la aparición que hacía Dredd en ella entre Malos Amigos y Los Archivos de Cal. En su nuevo status a prueba dentro del Departamento de Justicia, Anderson quedaba ahora bajo la supervisión del Juez Dredd, quien al final de ese periodo de prueba debía decidir si la telépata podía seguir siendo o no una Juez de Mega-City Uno. Y si alguien pensaba que la antigua amistad que había existido entre ambos podía jugar a favor de Anderson, nada más lejos de la realidad: Dredd consideraba que Anderson había dado la espalda a la ley y a la ciudad que había jurado proteger, no gozando ya de ninguna simpatía por su parte; de hecho, Dredd se encargaba de dejar bien claro a la telépata que no esperaba verla superar el periodo de prueba al que iba a ser sometida, sino que estaba convencido de que iba a fracasar y que nunca más volvería a ser una Juez de Mega-City Uno.

En este contexto argumental, la telépata recibía un flash psíquico durante su primera intervención en las calles que le indicaba que algo no marchaba bien. Siguiendo ese rastro, Anderson y Dredd llegaban hasta un asesino demente que resultaba estar poseído por unas extrañas voces de carácter demoniaco, siendo en ese momento cuando la Juez Psiquica percibía por primera vez que algo anormalmente maligno estaba sucediendo en la ciudad.

Los tres primeros episodios de la saga estaban dibujados por Steve Sampson, que lo cierto es que llevaba a cabo un buen trabajo, aunque su peculiar estilo de dibujo, especialmente respecto de los personajes femeninos, suscitase bastante polémica entre los lectores del magazine y los seguidores de Anderson, señalándose que estaba sexualizando claramente al personaje, algo que por otra parte era del todo cierto; de hecho, no había nada más que ver las dos primeras páginas con las que comenzaba la saga, escritas expresamente por Grant para que las dibujase Sampson, para apreciar esa circunstancia, una tendencia procedente del cómic norteamericano que estaba muy relacionada con el fenómeno de las Bad Girls que en esos años estaba teniendo un gran éxito comercial en el mercado estadounidense, el competidor más directo que tenían los cómics británicos en su propio país.

La investigación que llevaban a cabo Anderson y Dredd les conducía hasta el Proyecto nuTOPIA que había puesto en marcha el ciudadano Adam Cadman, uno de los hombres más ricos de Mega-City y cuyo gigantesco cartel publicitario había estado presidiendo la escena de todo lo que había sucedido hasta entonces. Autorizado por el Departamento de Justicia, Cadman había construido una nave espacial que estaba a pocas horas de despegar de la ciudad con intención de abandonar la Tierra y partir en busca de un nuevo mundo situado en el espacio llamado nuTOPIA, llevándose con él a otro millón de ciudadanos que se habían apuntado voluntariamente para colonizarlo. Cadman explicaba a los dos Jueces que un asteroide se dirigía hacia la Tierra y que estaba a punto de impactar en el planeta de manera inminente, noticia que le había sido revelada por su consejero personal, un exotérico gurú que respondía al nombre de Zoltan el Profeta y que acababa siendo detenido por Anderson y Dredd para ser interrogado en los cubos.

Durante su interrogatorio psíquico, Anderson descubría que Zoltan había puesto una bomba nuclear en la nave, pero el gurú resultaba estar poseído por una entidad maligna cuyo poder se salía de la escala, retrasando a los dos Jueces lo suficiente como para impedir que llegasen a tiempo de evitar que despegase la nave espacial de Cadman, quien ignoraba lo que estaba sucediendo. Toda la parte final de este primer capítulo de la saga aparecía dibujada por el irlandés Charles Gillespie, un joven artista que intentaba seguir a duras penas los pasos de Bisley y cuyo punto fuerte era el trabajo a color, aunque tenía también algunas páginas bastante buenas. Por otra parte, a modo de anécdota, es curioso observar como le gustaba a Alan Grant utilizar determinados nombres o conceptos para dar trasfondo a sus historias. En esta ocasión, el nombre de Adam Cadman, el guía espiritual que pretendía llevar a los colonos al nuevo mundo de nuTOPIA, estaba tomado del nombre del Hombre Primordial de la antigua Cábala hebrea (Adam Kadmon), cuya versión cristiana más conocida es el Adán terrenal, el Primer Hombre según el mito de la creación recogido en el Génesis del Antiguo Testamento.

El cliffhanger con el que terminaba el episodio en el que concluía esta primera parte de la saga fue planificado para crear una mayor expectación ante la situación que estaba a punto de producirse en breve. Y es que con la renumeración del Judge Dredd Megazine a partir de un nuevo Número 1 como consecuencia del estreno de la película del Juez Dredd, apenas quedaban tres números para cerrar el que en ese momento era el Volumen 2 del Megazine. Al tratarse la continuación de esta historia de una saga de siete episodios con Anderson y Dredd como protagonistas, no se iba a dejar que transcurriera entre medias el cambio de una numeración a otra (de hecho, todas las historias que se hallaban en curso concluyeron en el Meg. 2.83), así que se decidió parar en ese momento la saga y promocionar con su continuación el primer número de lo que iba a ser el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine, siendo así como aparecería Satán (Megs. 3.01-3.07), una historia de 57 páginas a cargo de Alan Grant y excelentemente dibujada por Arthur Ranson con la que concluiría el arco argumental de la historia que había estado desarrollándose hasta entonces en los últimos números del Volumen 2 del Megazine y con la que se iba a inaugurar su Volumen 3.

Interesado en todo el material apocalíptico contenido en las profecías bíblicas sobre el Apocalipsis, Satán era la interpretación en clave de sci-fi que Alan Grant hacía de todas esas profecías que aparecían en el último libro del Nuevo Testamento, presentando esta vez como adversario de la megaciudad al mismísimo Satán, o al menos a un ser alienígena de enorme poder psióníco y capaz de existir en varios planos multidimensionales a la vez, que no sólo afirmaba serlo, sino que era capaz de hacer cambiar de opinión a cualquiera que se atreviese a ponerlo en duda. Argumentalmente, esta última parte de la saga comenzaba con la nave espacial de Cadman y sus seguidores explotando en el espacio a causa de la bomba nuclear que albergaba en su interior. Tal y como el centro de control del espaciopuerto de Mega-City informaba a Dredd y a Anderson, la consecuencia que producía esa explosión es que la onda expansiva resultante desviaba de su órbita al asteroide Icarus, que ahora resultaba estar en rumbo directo de colisión hacia la Tierra. Resulta también curiosa la elección que hacía Alan Grant del asteroide Icarus para dar cobertura argumental a esta última parte de la historia, ya no sólo por la alta significación mitológica e incluso astrológica del asteroide, sino porque a finales de los años sesenta se temía que precisamente Icarus pudiera chocar en algún momento contra la Tierra, motivando un gran gasto en el programa espacial de investigación de la NASA e inspirando a su vez varias películas, desde Meteoro en el año 1979 a otras del mismo género que luego vinieron después, como Armageddon en 1998 o Deep Impact, también en el mismo año.

Aunque Icarus impactaba en pleno centro de la Tierra Maldita, a dos mil kilómetros de distancia de Mega-City, la franja de destrucción que producía la onda de choque llegaba a alcanzar los límites de la megaciudad, haciendo que se desatara el caos y colapsaran varios edificios. Sin embargo, como Anderson informaba a Dredd, lo peor estaba por llegar, toda vez que del epicentro del impacto surgía un ser de proporciones gigantescas que había permanecido aprisionado hasta entonces en el asteroide y cuyo teatral y burlón discurso le identificaba a sí mismo como Satán, dispuesto a desatar el apocalipsis sobre la Tierra, un apocalipsis que precisamente tenía intención de comenzar por la megaciudad que lo había liberado de su prisión.

Como se iría averiguando a lo largo de la historia, los responsables de su encierro habían sido los Anunnaki, los extraterrestres que habían aparecido en El Fin de la Infancia (Megs. 2-27-2.34), relacionándose así ambas historias de una manera bastante curiosa, aunque ahora, treinta mil años después, era imposible saber cómo habían conseguido aprisionarle los poderosos alienígenas con los que Anderson se había topado en Marte. Por otra parte, es necesario destacar el elegante e impactante diseño gráfico que Arthur Ranson llevaba a cabo del conocido archidemonio de la antigua demonología cristiana, utilizando como referencia cromática un color blanco alabastro que otorgaba a su figura el aspecto de una escultura renacentista, pero a la que luego se le añadían unas alas de dragón y unos cuernos que se extendían alrededor de su cabeza, como formando una especie de corona, que evidenciaban a las claras su carácter maligno.

Como es lógico, el Juez Jefe Volt ordenaba el lanzamiento de varios misiles nucleares contra el gigantesco ser que acababa de aparecer en la Tierra Maldita, pero éste resultaba imposible de detener y encaminaba sus pasos a toda velocidad hacia Mega-City Uno. Ante la nueva amenaza de extinción a la que ahora se enfrentaba la megaciudad del futuro, la cuestión a debatir ya no era si el poderoso ser alienígena que se plantaba ante sus muros y exigía que le enviasen a su mejor campeón antes de arrasarla, era o no el archidemonio del que se hablaba en la mitología cristiana, sino si era posible de detener y cómo. Ante el fracaso de todos los medios que se utilizaban para acabar con él, Anderson y Dredd intentaban derrotarle a la desesperada, aceptando la Juez Psíquica el desafío planteado por el supuesto ser alienígena y tratando de vencerle en su propio juego, utilizando para ello la excusa de un duelo dialectico con el fin de intentar introducirse en su psique y descubrir un punto débil por el que se le pudiera destruir.

Aunque a Anderson casi le costaba la vida, conseguía su objetivo al forzar al ser a enfrentarse con sus propias contradicciones, logrando que se autodestruyera al ser incapaz de soportarlas, una solución un tanto metafísica que al menos servía para poner fin a un problema de difícil solución, como era el de encontrar un medio capaz de derrotar a un ser al que no le había hecho nada todo el arsenal atómico de la más poderosa megaciudad del siglo XXII. Por otra parte, a efectos argumentales, el desenlace más importante que tenía la saga era la total rehabilitación de Anderson a ojos de Dredd, demostrándole que no sólo se había equivocado al juzgarla, sino que seguía siendo uno de los principales activos con los que contaba Mega-City Uno para su protección.

Sin duda alguna, lo mejor de Satán era su apartado gráfico. Las páginas de Arthur Ranson eran realmente magníficas, dejando muy atrás el trabajo de Steve Sampson y Charles Gillespie, los artistas que habían iniciado el arco argumental que abarcaba la saga, y consagrándose a ojos de los aficionados, si es que no lo estaba ya, como el artista por excelencia de la Juez Anderson. El propio Alan Grant nunca ha escatimado elogios hacia la figura de Ranson, considerándole el mejor artista con el que ha llegado a trabajar a lo largo de su carrera y uno de los mejores narradores que existen en el negocio. Por otra parte, a modo también de curiosidad en torno a esta historia, el propio Arthur Ranson comenta en su página web que en un momento dado de la misma, existió la posibilidad de que Anderson aceptase la propuesta de Satán de convertirse en su heraldo a cambio de no arrasar el planeta, convirtiéndose así en una especie de Dark Silver Surfer, un reverso oscuro del personaje creado por Marvel en su relación con Galactus, lo que habría dado lugar a una nueva historia de la telépata muy diferente a todo lo que se había hecho hasta entonces con el personaje. No obstante, el propio Alan Grant desechó finalmente la idea y la saga acabó teniendo el final que hoy todos conocemos.

Además de la conclusión de esta saga con el regreso de la Juez Anderson a Mega-City Uno, la idea era también que una nueva historia del Juez Dredd a cargo de John Wagner inaugurase el Volumen 3 del Judge Dredd Megazine. Sin embargo, no pudo acabar siendo así debido al retraso que acabaría sufriendo el dibujante Trevor Hairsine a la hora de entregar las 54 páginas que conformaban esa nueva saga de Dredd con la que se tenía pensado comenzar la nueva andadura de la revista. De esta manera, Los Tres Amigos (The Three Amigos), una historia de seis episodios en la que el Juez Dredd formaba un inusual equipo con Angel Malamáquina y el Juez Muerte en el corazón de la Tierra Maldita, iba a comenzar su andadura en el segundo número del Vol. 3 del megazine en lugar de hacerlo en el primero tal y como estaba previsto, apareciendo así a lo largo de los meses de Agosto y Octubre como contenido principal de los Megs. 3.02-3.07. Siguiendo una vez más la estela que había dejado Mike McMahon a la hora de interpretar al personaje, el apartado artístico corría de nuevo a cargo de Trevor Hairsine, quien realizaba un trabajo muy meritorio que se veía además favorecido por el tamaño al que se reproducían las páginas del megazine.

Ambientada en las Tierras Radioactivas del norte de Texas, la historia tenía como base argumental la necesidad que tenían los Jueces de infiltrarse en el círculo íntimo del autonombrado presidente de los nuevos Estados Mutantes Unidos de América, Clinton Box (evidentemente, no hace falta decir quién era el presidente norteamericano en esta época y por dónde iban los tiros), el líder de los Pantalones Rojos, un ejército de mutantes armados hasta los dientes que se había hecho con el control de gran parte del territorio y que contaba en su poder con trescientas cabezas nucleares procedentes del antiguo arsenal atómico del que había sido el último presidente de los Estados Unidos, el delirante Robert L. Booth. Box estaba amenazando con ellas a Texas City y sólo era cuestión de tiempo que volviese también esas cabezas nucleares contra Mega-City Uno, siendo por tanto prioritario localizar el lugar donde se hallaban escondidas y destruirlo.

Dredd decidía que la manera más eficaz de infiltrarse en el círculo de Box era a través de un montaje, presentándose ante él y ofreciéndole sus servicios como mercenario con la excusa de haberse visto obligado a abandonar la ciudad a causa de una serie de graves problemas con la ley y con el resto de Jueces. Para poder hacer creíble el engaño, el Juez Dredd debía presentarse ante Clinton Box con dos amenazas lo suficientemente conocidas como para demostrar la imposibilidad de que se hubiesen unido a él sino hubiese cambiado de bando, siendo esas dos amenazas el Juez Muerte y Angel Malamáquina.

Utilizando el título de la conocida película de John Landis como guiño a los lectores sobre el trío protagonista, e inspirando en cierto modo el escenario a modo de western en el que se desarrollaba la historia, la improbable alianza encontraba su explicación en el acuerdo al que llegaba el Departamento de Justicia con Muerte y Malamáquina a cambio de su cooperación, un acuerdo que estaba claro que ni Muerte ni los Jueces pensaban cumplir, mientras que en el caso de Malamáquina lo que hiciera o dejase de hacer con ese acuerdo resultaba totalmente imprevisible. En el caso del Juez Muerte, si éste cumplía su parte del trato, el Departamento estaba dispuesto a liberar a los cuatro Jueces Oscuros y dejarles marchar a cualquier otra dimensión con la condición de no volver a pisar nunca más Mega-City. En el caso de Malamáquina, el Departamento estaba también dispuesto a liberar a los otros dos miembros de la familia Angel, Junior y Pá Angel, que recientemente habían sido encontrados con vida en el planeta Xanadú durante el transcurso de la historia El Despertar de los Ángeles (Prog. 958), con idéntica condición que la que se imponía a los Jueces Oscuros.

Lo cierto es que ninguno de estos dos movimientos argumentales acabaría convenciendo demasiado al propio John Wagner, que con el paso del tiempo se arrepentiría de haber traído de vuelta tanto a Junior como a Pá Angel, a quienes tras esta historia no volvería a utilizar. Igualmente, el camino que se había emprendido con el Juez Muerte a raíz de Juicio sobre Gotham, incorporando al personaje un claro tono de humor negro que se extendía también a su intervención en esta historia, con el paso del tiempo tampoco acabaría siendo considerado demasiado afortunado por el propio escritor, entendiendo que ese tono, a veces de pura comedia, actuaba cada vez más en detrimento del carácter terrorífico que debía ser consustancial a la amenaza que representaba el líder de los Jueces Oscuros.

El último paso que se llevaría a cabo a nivel editorial para aprovechar la estela promocional que iba dejando la película protagonizada por Sylvester Stallone, fue la publicación con DC Comics en el mes de Septiembre de un tercer crossover entre el Juez Dredd y Batman, quien por cierto también acababa de estrenar película en ese verano de 1995, justo un mes antes que la de Dredd: Batman Forever, la tercera entrega de la serie cinematográfica iniciada por Tim Burton. La película contaba con Edward Nygma, el Acertijo, como uno de los villanos que esta vez se enfrentaban al Hombre Murciélago, generando esa aparición en la película (y posiblemente su interpretación por el actor Jim Carrey, que había obtenido un gran éxito el año anterior con La Máscara) una popularidad en relación al personaje que derivaría en que fuese el elegido por DC Comics para aparecer como villano de este nuevo crossover entre Batman y Dredd: El Acertijo Definitivo (The Ultimate Riddle), una historia de 46 páginas escrita de nuevo por Alan Grant y John Wagner, cuyo apartado artístico iba a correr en un principio a cargo del británico Carl Critchlow, si bien como consecuencia de las premuras de tiempo que también afectaron a la producción de este tercer crossover entre ambos personajes, sólo llegó a tiempo de hacer las primeras 31 páginas de la historia, teniendo que acabar las quince restantes el irlandés Dermot Power, quien también se hacía cargo de la portada de la versión británica, mientras que la americana corría a cargo de Critchlow.

Tal y como se puede suponer, el origen editorial de este tercer crossover obedecía también a la no aparición a finales del año anterior de Morir de Risa, la secuela de Juicio sobre Gotham que se le había encargado al artista británico Glenn Fabry y que en ese momento llevaba ya tres años de retraso para un trabajo que en un principio debía haber durado ocho meses. En esta ocasión parece ser que Fabry había sufrido una caída en el tren en la que se había lesionado el brazo con el que trabajaba, algo que no está demasiado claro que fuese cierto dados los antecedentes y lo que acabaría sucediendo al final con esta historia. Sea como fuere, ambas editoriales no estaban dispuestas a desaprovechar la oportunidad comercial que suponía el estreno en ese verano de dos películas protagonizadas por ambos personajes, de manera que Steve McManus por parte de Fleetway Editions y Denny O´Neill por parte de DC Comics se pusieron de nuevo manos a la obra, encargando a Grant y a Wagner la elaboración de un guion que se iba a encargar de ilustrar Carl Critchlow y cuyas últimas páginas acabó terminando Dermot Power.

El Acertijo Definitivo fue con diferencia el crossover más flojo e intrascendente de los cuatro que tuvieron lugar entre Batman y el Juez Dredd. Aunque el dibujo no estaba nada mal, no bastaba para elevar el nivel de un guion que resultaba demasiado convencional. Con un cierto aire a las primeras Secret Wars de Marvel, la historia no estaba ambientada ni en Gotham City ni en Mega-City Uno, sino en un mundo alienígena al que Batman y Dredd se veían secuestrados y transportados por un supuesto emperador galáctico llamado Xero, junto a otros seis guerreros alienígenas y un anónimo ciudadano de Mega-City en calzoncillos al que Dredd estaba registrando en el momento en que había tenido lugar su desaparición.

A partir de aquí, la trama se desenvolvía como una especie de concurso o competición en la que Xero instaba a los participantes a cazar a uno de ellos, que resultaba ser Batman, devolviendo a su mundo de procedencia a aquél que lograse su cabeza. Lo único destacable a efectos de continuidad es que esta era la primera vez que Batman y Dredd colaboraban juntos desde el principio, a pesar de que tuvieran alguna que otra diferencia de pareceres a lo largo de la historia. Por otra parte, a modo de curiosidad, el crossover tenía esta vez alguna relación más que los anteriores con lo que sucedía en el Universo DC, toda vez que el Cetro que utilizaba el Acertijo como fuente de su poder era un objeto del futuro que tenía su origen en la Crisis Temporal que había tenido lugar en el evento Hora Cero, la polémica saga a cargo de Dan Jurgens que había involucrado a casi todas las series de DC Comics durante el año anterior.

El nuevo crossover entre Batman y Dredd era claramente un parche a la situación que se estaba produciendo con Glenn Fabry, y como era de prever, no tuvo una buena acogida entre los lectores, lo que motivó que ambas editoriales decidieran cortar por lo sano y no llevar a cabo ningún crossover más entre ambos personajes hasta que se pudiera publicar por fin Morir de Risa, para lo que habría que esperar todavía tres años más.

En todo caso, a pesar del fracaso de este tercer crossover entre Batman y Dredd y del retroceso en taquilla de las expectativas que se habían depositado sobre la película del Juez Dredd, el año 1995 iba a continuar su curso respecto a la historia en viñetas de Mega-City Uno, y lo iba a hacer a lo grande, presentando una de las mejores y más reconocidas macrosagas de Dredd: El Pozo (The Pit), una historia que tenía sus antecedentes en las páginas finales de Los Archivos de Cal, en donde el Juez Jefe Volt había solicitado a Dredd que se hiciese cargo de la jefatura de la Central del Sector 301 ante la muerte en extrañas circunstancias de la Juez Rohan, que hasta entonces había estado al frente del Sector. Con mejor o peor fortuna, esa será la macrosaga a la que nos referiremos en la próxima entrada.